Madelaine Mujica, recibió la llave en 2014|Beneficiaria de la GMVV: “Fue gracias a Chávez que ahora estamos aquí”

Oscar López Rivera es el nombre de un líder independentista puertorriqueño detenido por Estados Unidos desde hace 33 años. En honor a este luchador por la soberanía del pueblo boricua fue nombrado uno de los urbanismos construidos por la Gran Misión Vivienda Venezuela frente a la avenida Bolívar de Caracas.

El complejo habitacional lo integran seis torres pintadas con franjas rojas de ocho pisos cada una, con un total de 296 apartamentos de dos habitaciones, un baño, una cocina y una sala-comedor. Entre todos los edificios suman 12 ascensores y 30 locales socioproductivos.

Una de las vecinas adjudicadas en este urbanismo es Madelaine Mujica: Una madre de 26 años de edad, quien recuerda lo difícil que fue para ella y su esposo Andy establecerse en una vivienda digna cuando decidieron casarse.

Mujica comenta al Correo del Orinoco que, a pesar de que ambos trabajaban, el sueldo no les alcanzaba para alquilar un inmueble donde constituir su hogar y “mucho menos comprar una casa”. Afirma que, a pesar del esfuerzo, la única alternativa que tuvieron para permanecer juntos fue mudarse con la familia de Andy.

Explica que la vivienda estaba ubicada en el sector 1 de la primera terraza de Las Casitas en la parroquia La Vega. Era una construcción de dos plantas y tres habitaciones, la cual compartían con la hermana de su esposo y otros cinco adultos, tres niñas y un niño.

La casa era de bloque y estaba ubicada justo al lado “de un barranco”, un precipicio que todos los años cedía espacio al aire durante las temporadas de lluvias. Sin embargo, no fue por este problema geológico que Mujica -con seis meses de embarazo- y su esposo debieron salir de la vivienda en el año 2011. “Nos sacan por hacinamiento”, confiesa.

ASUMIR RIESGOS

Mujica cuenta que la situación con la vivienda coincidió con la clausura de la Policía Metropolitana (PM), institución para la cual prestaba servicio como agente. Relata que en julio de ese año, cuando ya era inminente el cierre de este organismo de seguridad, la junta interventora le ofreció a un grupo de trabajadoras y de trabajadores con problemas de vivienda la oportunidad de sumarse a uno de los refugios creados por el Gobierno Nacional mediante la Gran Misión Vivienda Venezuela (GMVV).

“Muchas personas” trataron de aconsejar a Mujica. Le hablaban de “lo peligroso” que era vivir en un refugio. También le aseguraban que lo de la GMVV era mentira. Sin embargo, a pesar de la buena intención de algunas de estas recomendaciones, ella y su esposo apostaron por la posibilidad de adquirir un hogar con la ayuda del Gobierno, y esta postura incluía el asumir los supuestos riesgos de habitar en un refugio.

Mujica y su esposo se unieron a las 325 familias que ya habitaban en el albergue apadrinado por el Ministerio del Poder Popular para Relaciones Interiores, Justicia y Paz, establecido en la antigua sede de la PM, en el sector Cotiza, al norte de Caracas.

Dormían en literas ubicadas en el espacio en el que meses antes descansaban los integrantes de la brigada especial. El área era un pasillo largo llamado el callejón dividido con sabanas. En total el refugio lo integraban seis cuadras con cuatro baños cada uno y un área que luego acondicionada con cubículos.

“Después del año empezó la construcción de las piezas. Fue un proceso lento. Primero se les dio prioridad a los adultos mayores y a las personas con problemas de salud, y luego al resto de las familias. Pero no alcanzaron para todos. En nuestro caso, habitamos en una de ellos solo los últimos ocho meses que estuvimos en el refugio”, explica.

Debido a su embarazo, Mujica no fue dada de baja como a la mayoría de sus compañeras y sus compañeros de la PM; en cambio, la junta interventora la reubicó en la Policía Municipal del Libertador. Por la poca privacidad que había en el lugar, comenta que uno de los problemas principales a los que se enfrentó fue el no poseer un lugar seguro en donde guardar sus prendas policiales.

“La primera semana me robaron unos zapatos y una toalla”, relata, y luego agrega: “Al principió había mucha desorganización. Las personas veían televisión hasta tarde, había muchos niños recién nacidos que lloraban a toda hora y algunas personas que se levantaban muy temprano para ir a trabajar no recordaban el lugar donde estaban y hacía muchísimo ruido. Me costaba mucho descansar”.

Durante su estadía en el refugio, Mujica asumió la vocería de alimentación. Una de sus funciones era entregar las bolsas con los alimentos. Durante los primeros meses los habitantes se distribuyeron las labores de la cocina. Se dividieron en grupo para preparar los alimentos. Posteriormente, el padrino del albergue contrató a un personal para prestar este servicio de lunes a viernes, dejando la alimentación en manos de las vecinas y vecinos durante los fines de semana.

Jeandiero nació a los tres meses de estar en el refugio, y a los ocho meses lo picó un chipo estando en su cuna. “Esa noche me desperté cuando escuché que el niño estaba llorando. Me levanté y fui hasta su cuna y cuando prendí la luz veo al insecto pegado en el mosquitero que cubría la cuna. Revisé al niño y le encontré una inflamación roja en el hombro derecho”, relata. Inmediatamente lo llevó al médico y aunque en los exámenes posteriores no se le detectó alguna enfermedad, el niño estuvo en tratamiento preventivo durante tres meses.

Ese día pensó que quería salir del albergue. No obstante, a pesar de haber experimentado lo que era criar un niño bajo las condiciones del albergue, Mujica quedó embarazada de nuevo. “Yo sabía que no debía quedar en estado, pero fue algo que no planifiqué. Esa segunda barriga me pegó muchísimo. Durante los primeros mese me diagnosticaron hiperémesis gravídica y eso me afecto durante todo el embarazo. Fue bastante fuerte”, explicó. Victoria nació el 7 de noviembre de 2013, seis meses antes de que llegara la noticia de la adjudicación.

DORMIR TRANQUILA

“Una de las responsabilidades al asumir una vocería en un refugio”, explica Mujica, es velar porque todos los habitantes de lugar reciban sus viviendas. Esto implica que las personas que cumplen estos roles sean las últimas en ser adjudicadas. Por esta razón Mujica, Andy, Jeandiero y Victoria fueron una de las dos últimas familias en abandonar el establecimiento.

Mujica asevera que aún le cuesta creer que habita en el urbanismo Oscar López Rivera. Recuerda que, cuando le entregaron llave el 5 de mayo de 2014, corrió hasta el apartamento y al abrir la puerta quedó impresionada porque nunca esperó que le entregarían “un apartamento tan grande”.

“Ese día estaba con mi esposo y mis hijos. No sabía si llorar o reír. Después que entré al apartamento no quería salir por miedo a que me lo quitaran. Cuando llegamos no teníamos nada porque la línea blanca nos la entregaron después; sin embargo, así nos quedamos. Después de vivir tanto tiempo en un refugio llegó el día en que por fin podíamos dormir tranquilos, sin un horario de entrada y salida y un baño para nosotros solos. Esto fue otro cambio radical en nuestras vidas”, expresa.

“Jamás de los jamases pensé que viviría una situación como esta”, manifiesta Mujica, y agrega: “Siempre esperé que nos adjudicaran en un buen lugar, pero en pleno centro, jamás. Aquí tengo una escuela al frente, el supermercado, la estación del Metro cerca, un lugar para que mis hijos se recreen. Todo lo que necesito lo tengo cerca”.

Al agradecer por este beneficio, Mujica señala primero a Dios como el artífice “del regalo”, y en segundo lugar “al comandante eterno, el creador de la Gran Misión Vivienda”: Hugo Chávez. “Jamás y nunca, con el sueldo que ganamos mi esposo y yo hubiésemos comprado un apartamento en la avenida Bolívar, y fue gracias a Chávez que ahora estamos aquí. Si él no hubiese tenido la maravillosa idea de esta Misión, actualmente mucha gente pobre no tendría hogar. Todo esto es gracias al Comandante”.

T/ Romer Viera
F/ Ángel Dejesús