Unas de las fuerzas revolucionarias más esperadas por el chavismo en la concentración de la avenida Bolívar, era el flanco de motorizados, debido a que antes de llegar al centro de la ciudad de Caracas tenía que atravesar la ciudad de este a oeste, donde los opositores manifestaban y hostigaban su paso, sin embargo, unos 7.000 caballos de hierro de la Revolución, comandados por el ministro de Transporte, Ricardo Molina, se abrieron paso por la autopista Francisco Fajardo rumbo al encuentro con el líder del proceso bolivariano Nicolás Maduro.
Entre sus componentes se distinguían miles de mototaxistas ataviados con sus respectivos chalecos naranja, otros de verde fosforescente; también mensajeros, mujeres motorizadas y todo tipo de trabajador o revolucionario cuyo medio de transporte es la motocicleta. En fin, un grupo de venezolanos dispuestos a defender en moto las conquistas populares del proceso bolivariano.
Esta descripción seguro contrasta con la denominación que les dan los medios de comunicación de la derecha y sus representantes políticos, que los califican de colectivos violentos y los acusan de poseer armas para sembrar el terror. Nada más alejado de la realidad, tomando en cuenta que a pesar de la hostilidad que soportaron en algunas partes del recorrido por focos de opositores que les gritaban improperios y hacían gestos vulgares, no se presentó ni un solo altercado ni escaramuza, pues ordenadamente pero con alegría y moral patriótica hicieron el recorrido.
A su llegada a la avenido Bolívar el propio presidente Maduro reportó su arribo y Venezuela fue testigo del valor y talante revolucionario de este contingente, en cuyas caras y palabras brota el amor por el legado bolivariano del presidente Hugo Chávez y su incondicionalidad con su hijo, Nicolás Maduro, a la hora de defender la Revolución.