El Sur también existe|El capitalismo nuestro (Opinión)

Rezan los teóricos del capitalismo que el mismo tiene como finalidad la acumulación de capital. Eso es una verdad tan cierta como que respiramos para vivir. Dicen también que no todo vale, que hay ciertos códigos éticos que lo rigen. Puede ser verdad, al menos en su teoría y tal vez en algunos empresarios que se imponen códigos de respeto. En Venezuela hay muchos casos, de hecho aquellos que apuestan por empresas al servicio del pueblo. Algunos de ellos se han acercado a la Revolución, otros militan en ella.

No obstante, hay una clase empresarial o comercial en Venezuela que suele no tener ningún código de ética. Sus valores son el pillaje, el robo al consumidor. Es insólito lo que sucede en los comercios de este país.

Hace seis meses, un kilo de carne costaba 140 bolívares en cualquier carnicería, de esas (la mayoría) que no hacen el menor caso a las regulaciones de precios, luego, la desparecieron por un tiempo para provocar el estado de necesidad en la población, con excusas absurdas como que no podían cumplir con los precios regulados, cuando nunca los cumplieron. De pronto, hace unos días, la sacan de nuevo a la venta entre 650 y 750 bolívares, es decir, más del 500 por ciento de incremento. Si lo promediamos, estaríamos hablando de casi un 90 por ciento mensual. Una locura irracional, que amenaza seriamente los logros de la Revolución en materia de alimentación, que ha sido reconocida por la FAO.

El problema es serio porque alcanza a casi todos los rubros de la vida nacional. Lamentablemente, la mentalidad criolla de todos los estratos sociales ha hecho muy difícil la transición al socialismo y nos hemos quedado en un capitalismo salvaje, que no es ejercido por el Estado, sino por los comerciantes formales e informales.

Ciertamente, el pueblo ha crecido políticamente, eso es innegable, pero hay una gran masa de gente que vive buscando la manera de aprovecharse de cualquier situación y obtener ganancias astronómicas sin el más mínimo espíritu colectivo como país. La solidaridad se pierde de nuestro horizonte por el afán de ganar y ganar.

La guerra económica es mucho más compleja, porque más allá de las medidas que el Gobierno pueda tomar contra los especuladores, donde realmente se derrota es la conciencia de la gente y en eso no se ha puesto el alma.

T/ Ramón Alirio Contreras

Chico, ¿ Será que el capitalismo salvaje y cruel los condenó a estirar la pata ?