La capital de Venezuela cumple 448 años|Caracas contada por sus habitantes (+ Testimonios)

Este 25 de julio se celebra el 448° aniversario de Caracas, y sus habitantes comparan la ciudad de ayer con la urbe de hoy día. El equipo reporteril del Correo del Orinoco salió a las calles para escuchar las historias de caraqueños que vivieron y viven Caracas.

John Ortiz: “La vida nocturna caraqueña ha desaparecido prácticamente”

John Ortiz está desde los 14 años «pateando calle». Ha hecho de todo como trabajador, pero casi siempre en el «mismo renglón de servicios en comida». Primero laboró en mantenimiento; luego como mesonero, despachador en restaurantes, locales de comida rápida, hasta llegar hoy al puesto de encargado, «algunas veces de día, la mayoría de noche en el pasado».

Considera que en la Caracas de los 90 y comienzos del nuevo milenio la vida nocturna «era muy fuerte. Siempre había gente en la calle y cerrábamos a las cuatro de la mañana. Eso cambio hoy en día, ya que la comida está más cara y la gente prefiere traerse su envase para comer».

Cita los ejemplos de las areperas situadas cerca de Bellas Artes, como los célebres «Alaska», «El Batacazo» y «Enver Chicken» (antigua «Mandarina») donde Ortiz es el encargado: «Antes éramos una arepera de 24 horas y ahora empezamos desde las siete de la mañana y a las diez bajamos la santamaría. Casi siempre se vende más al mediodía la comida, en especial pollo; y en la tarde-noche consumen más licor, pero como dejó de llegar la cerveza ya no vendemos ninguna bebida alcohólica».

De la Caracas de su niñez, rememoró: «Paseaba mucho por el centro, por Sabana Grande que era mi lugar preferido de punta a punta. Ahora eso no puede hacerse ya».

La historia cambió: «Me gusta pasear por los centros comerciales para ir al cine. Ofrecen seguridad a pesar de que uno no vaya a consumir alimentos o comprar ropa u otra mercancía. La vida nocturna caraqueña ha desaparecido prácticamente. Antes podías pasear y cometerte algo por ahí; antes usabas carritos de noche, pero ahora solo taxi y mototaxi conocidos y temprano. Ahora atracan en todos lados y a toda hora».

María Rodríguez se faja de tú a tú para preparar perrocalientes

«Tengo año y medio en el negocio de los perrocalientes y no te interesa mi edad (risas). No son tantos», señaló María Angélica Rodríguez, quien se faja de tú-a-tú con sus compañeros hombres en la esquina de Urapal «a la hora de preparar los mejores perros en ‘El primo’. Cómete uno para que veas».

Antes era ama de casa, «y trabajo más que en el hogar. Esto cansa más que cocinar y limpiar la casa (risas). Salí a trabajar porque la cosa está difícil».

De niña le gustaba pasear «por Sabana Grande, ir al cine y a los parques de La Hoyada y Los Próceres. Me gustaba mucho montarme en esos aparatos. Ahora están muy caros los parques y el cine para salir. Tengo muchísimos niños y no te digo las edades».

La inseguridad «y lo caro que está salir hace que mis niños se queden en la casa. Los aconsejo bastante y se portan muy bien. Yo descanso sobre todo, porque el trabajo es full. Empezamos de ocho y media de la mañana hasta las once de la noche. Duermo apenas cuatro o cinco horas».

Trabajar con el público es exigente, «pero conozco mucha gente y da sus buenos dividendos para mantener mi chorrera de muchachitos».

Ricardo Durán: Del pasado «extraño la seguridad”

Ricardo Durán vende chicha por «herencia familiar», ya que sus tíos trabajaban en el área. Ha laborado 22 de sus 36 años y tuvo puestos de ventas en las esquinas Doctor Paúl Rondón, Velásquez y otras, hasta llegar «desde hace siete años a esta esquina de la plaza Candelaria con mi ‘Chicha la favorita’, la mejor».

Respecto a los horarios de trabajo «siempre toda la vida ha sido de nueve de la mañana a cinco y media de la tarde. Eso sí, siempre me levanto a preparar la chicha desde las cuatro de la mañana. En esta época no más de dos ollas, porque si no se me queda fría la mercancía (risas). Antes vendíamos hasta cuatro».

Las cosas cambiaron en este nuevo milenio: «Ahora descansamos los domingos y los miércoles porque es día de parada (risas). La mejor época en ventas para nosotros fueron los años 90, porque era un producto accesible y no tan caro… También se conseguían las cosas para prepararla».

«Cuando chamo me gustaba visitar la plaza Bolívar y Sabana Grande. Todavía sigo paseando por ese bulevar después de que sacaron a los buhoneros. A veces también paseo por los centros comerciales, pero no soy fanático», explicó.

Del pasado «de verdad extraño la seguridad. La gente debe recogerse temprano. No se puede invitar. Toda mi familia está en la casa temprano».

Cándido Martínez: Ya no te piden botellas de 12 años

Cándido Martínez, a sus 55 años, recuerda con cariño sus comienzos en el ramo de restaurantes y tascas. Tenía 14 años y lo hizo gracias a que «mi papá siempre le gustó este tipo de negocios. Tuvimos una arepera llamada Cafetería El Club en Boleíta, donde estuvo 24 años».

Rememoró que «cuando joven, en esa parte de Petare, la vida nocturna era muy tranquila. Podías salir en la noche, tomarte tus cervecitas en las tascas de Macaracuay, El Llanito y Caurimare, las zonas más aledañas al sitio donde residía. Existían más los carritos por puesto y no esa cantidad de autobuses. Eso sí, trabajaban las 24 horas».

Extraña muchas cosas de esas décadas de los 70 y 80: «También practicaba motocross en Los Naranjos. Iba mucho a las patinatas y piruetas con bicicleta en Plaza Las Américas y Los Próceres. Hasta amanecíamos».

Desde hace trece años se mudó a trabajar a la zona del centro, especialmente en el eje de Candelaria, donde tuvo varios negocios hasta llegar a «Casa Bermeo». Recordó que hasta hace 15 años «podíamos cerrar hasta las dos de la mañana para poder descansar, pero se podía amanecer si queríamos. Ahora cierro las puertas a las diez de la noche para la protección de mis clientes y la nuestra también».

Sin ni siquiera preguntarle señaló: «La gran inseguridad hace que la vida nocturna esté muy difícil y eso todo el mundo lo sabe. También los costos se han dolarizado, pero cobrando en bolívares, lo que nos ha traído consecuencias a todos».

Hoy «se han mantenido las ventas, a pesar de que suben las cosas. La clientela no es la misma: la que te comía mero, langosta y otras exquisiteces ha bajado a pechuguitas de pollo, a parrillitas más baratas. En licores ya no te piden una botella de 12 años; antes eso era el día a día. Ahora te piden güisquis mucho más baratos, cocteles y cervecitas».

T/ Eduardo Chapellín
F/ Joel Arangunren

Que haga reflexionar a más de uno lo que la política monetaria heredada del gobierno anterior ha traído y la incapacidad de mantener la seguridad ciudadana.