Seguramente será el problema de todo gobierno popular enfrentar las fuerzas conservadoras que siempre tienden a despreciar el papel de lo popular y aquello que es beneficioso para las mayorías más desprotegidas; intentarán transformarlo en algo descalificable, en algo absurdo, como intentaron hacerlo con las Misiones Sociales implementadas por el presidente Hugo Chávez.
Lo anti-popular de estas expresiones fascistoides se presenta, no como una crítica para mejorar y avanzar; sino como una crítica para debilitar y retroceder al pueblo en la disputa por el poder.
Resultan asombrosas, cuando no tristemente patéticas, las opiniones de algunos cientistas sociales que aparentan pasar como objetivos y rigurosos, arremetiendo sistemáticamente contra lo popular, obteniendo el beneplácito y la adulación de poderosos clubes de derecha: periódicos, canales de televisión y emisoras de radio que representan los intereses más anti-populares y que, como es coherente con su ideología, han apoyado toda opción fascista que el anti-chavismo ha puesto en práctica en los últimos tiempos.
Muchos de estos cientistas sociales provienen del campo del “progresismo” o del “izquierdismo”. Muchos han sido funcionarios del Estado en la IV República, y poco o nada hicieron desde los ministerios o instituciones en materia de Desarrollo Social. Es bueno siempre repasar y recordar sus nombres, para ver si se trata de las mismas personas.
El gran desafío para las fuerzas progresistas del continente es saber distinguir entre el populismo de izquierda o de derecha, ciertamente controvertido, y el sentido político sustantivo de su gobierno, si es o no a favor de las clases populares y de una integración solidaria de América Latina. Las fuerzas conservadoras harán todo lo posible para confundirlos.
La ruptura popular chavista contribuyó en forma decisiva a consolidar la democracia en el imaginario social del continente. La consolidó en el deseo político de las clases populares. Su futuro dependerá de la fuerza y del carácter popular del movimiento, de su contenido, y en mayor medida de la posibilidad de la radicalización democrática.