Camarada:
Te escribo desde tres días atrás, y como no soy vidente, no tengo ni la más remota idea de qué estarán anunciando las primeras planas de los periódicos privados, los noticiarios en la tele o en la radio, los sitios web informativos del mundo, o el señor columnista de la página anterior.
Te hablo desde el pasado, así que no se me ocurre con qué cara te va a mirar tu vecina cuando la descubras subiendo 12 paquetes de papel tualé y cuatro pacas de harina hasta la casa donde vive sola.
Tampoco sé qué sucederá cuando esta noche, cuando estés en la cola del mercado, un don le pique el anzuelo a los remarcadores de precios, a los infractores de leyes que abusan del pueblo a diario, y empiece a despotricar, a carrito lleno y llaves de la camioneta en mano, de nuestra Revolución.
De lo que sí tengo idea es de dónde venimos y por qué hay que defender lo que logramos, de eso sí te puedo hablar: venimos de una victoria tras otra, tras otra, tras otra y tras otras más.
Hoy, mientras yo escribo, se cumple un año de la fiesta más bella que recuerdo haber vivido en Caracas (y la vivimos con el comandante Hugo Chávez), y también hoy, mientras tú lees, se cumple una vuelta al Sol desde el día que celebramos junto a él, nuestro Gigante, la victoria popular una vez más.
Así que, por si acaso se le olvida a los demás medios comentarlo, te lo voy a escribir yo: la unión que vivimos los venezolanos en los últimos años ha sido inédita, y solo manteniéndonos así podremos seguir adelante, luchando por los intereses de nuestro pueblo.
Hay que celebrar cada espacio tomado. La lucha de uno es la lucha de todos. El orgullo de cada reivindicación y acto de libertad debemos sentirlo todos.
Ese mapa pintado de rojo tiene brochazos de todas y todos, y la mano que agita la bandera de esta Patria que se escribe con mayúsculas es tu mano, y es la mía. ¡Sigamos juntos!