Castillete: bastión combativo de guerrilleros de los sesenta

La vieja quinta de El Paraíso reúne todos los sábados a guerrilleros de los años 60 y 70 que han visto en la Revolución Bolivariana la concreción de los ideales por los que arriesgaron su vida. En charlas y conversatorios pasan revista a los acontecimientos del país y a la realidad internacional. También formulan propuestas y participan en las luchas populares. El espacio ya es una especie de símbolo revolucionario

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Alí Rodríguez Araque , “Comandante Fausto», fue recordado y homenajeado este sábado en la quinta Castillete, ubicada en la avenida Páez de El Paraíso, por los viejos guerrilleros de los años 60 y 70 que rindieron tributo a su memoria y ejemplo, al cumplirse un año de su fallecimiento. Primeramente todos cantaron la canción “Bella ciao”, pieza que conmueve a quienes en algún momento de su vida agarraron un fusil y se fueron a las montañas, como lo hicieron Alí y tantos otros tras el sueño de una patria soberana, libre e independiente, sin pobres ni explotados. La canción se oyó compacta y fuerte en la garganta de los asistentes, y se elevó de tono con la estrofa “Soy guerrillero toda la vida / y guerrillero he de morir”. Luego, todos escucharon en profundo silenció la disertación de Humberto Vargas Medina sobre la vida de Alí Rodríguez Araque.

En otro punto de la agenda de este sábado se habló y se debatió sobre la realidad actual de América Latina y la oleada antineoliberal protagonizada por los pueblos de Chile, Ecuador, Colombia, a los que se suma el levantamiento popular en Bolíva contra el golpe de Estado que depuso a Evo Morales. En la reunión se repartió el periódico Cimarrón, órgano informativo de la plataforma de periodistas y comunicadores de Venezuela, cuyo consejo editorial lo forman Alcides Castillo y Diógenes Carrillo como jefe de redacción.

Humberto Vargas Medina dijo de Alí Rodríguez Araque que fue uno de esos seres humanos que trascienden a su tiempo.

“Tan es así que a un año de su fallecimiento aquí lo estamos recordando. Tuve el privilegio de andar con él en diferentes sitios”, confesó Medina.

Araque nació en Ejido, estado Mérida, en 1937. En su juventud fue militante de la Juventud Comunista. En la UCV se graduó de abogado. A principios de los años sesenta se sumó a la lucha guerrillera. Medina le conoció tres seudónimos: Cruz, Raúl, Fausto. En los expedientes del SIFA y de la DIM, órganos de inteligencia militar, Araque aparece reseñado como “explosivista”, y se le involucró en la voladura de un oleoducto en Anaco, estado Anzoátegui. “Lo acusan de ser el terrorista número 1 del PCV”, indica Medina.

Al igual que otros líderes de izquierda y exguerrilleros, Araque apoyó la rebelión militar del 4 de febrero de 1992, y luego la candidatura de Hugo Chávez, quien lo incluye en su gabinete, y se convierte así en uno de sus más cercanos colaboradores y hombre de confianza. Araque fue canciller, ministro de Economía, presidente de la OPEP, presidente de Pdvsa, ministro de Energía Eléctrica, presidente de Unasur, embajador en Cuba.

“Alí Rodríguez Araque fue un hombre absolutamente honesto y de una gran capacidad política para resolver los problemas. Políticamente fiel; Chávez lo consultaba mucho”, señala Andrés Rodríguez, uno de los voceros de Castillete, de la célula Andrés y Ramón Pasquier y de la Comisión Binacional Orinoco Magdalena.

Castillete

Castillete es el nombre de una preciosa, aunque deteriorada, quinta de dos plantas, construida entre 1930 y 1940, que perteneció a Pedro Estrada, jefe de la policía política de Marco Pérez Jiménez. En febrero del 2005 fue declarada Bien de Interés Cultural.

La casona fue entregada en comodato por el Gobierno Nacional al movimiento de excombatientes guerrilleros para que les sirviera de sede.

Andrés Aguilar, más conocido entre sus amigos y camaradas como “Papote”, cuenta que a raíz del golpe de 2002 contra Chávez y del criminal paro petrolero, los viejos guerrilleros decidieron buscar una sede para reunirse y lograron la adjudicación de Castillete, que desde entonces se ha convertido en un centro de debate, de análisis, de toma de conciencia, de impulso de actividades en pro de la Revolución Bolivariana, de apoyo al presidente Hugo Chávez y de Nicolás Maduro. Allí todos los sábados se reencuentran en animadas y hasta candentes tertulias, en las que repasan los acontecimientos nacionales e internacionales entre 50 y 70 excombatientes de la lucha armada.

En un principio, recuerda “Papote”, se reunieron viejos revolucionarios, entre ellos Rafael “El Negro Muñoz”, Diego Requena (“el maestro de todos nosotros”), Orlando García, llamado “El salvaje”, Parisca, Adelmo Jurado, Zapata.

“Muchos de ellos han muerto. Casi todos cumplimos 80 años. Somos lo que queda de los guerrilleros de los años sesenta y decidimos tener una participación más activa dentro de la Revolución Bolivariana y del proceso que lideró el presidente Chávez, porque nosotros somos una referencia importante dentro de la historia contemporánea de este país…”, asienta “Papote”, un hombre altísimo, poeta y escritor.

El movimiento que se encontró en Castillete había aceptado el llamado del presidente Chávez de unificar los partidos y las fuerzas revolucionarias en una sola fuerza política, petición que fue rechazada por otras organizaciones, entre ellas el PCV.

“Nos deslindamos del PCV y nos unimos al PSUV. Hemos estado dando un ejemplo de lo que se puede hacer, entre ello participar activamente en las luchas de los barrios, en la lucha de la juventud y que los viejos combatientes, que tienen una historia que contar, no dejaran pasar esa historia y que se sumerja en el olvido”, dice.

Asevera Andrés Aguilar que el grupo de Castillete planteaba que no se trata de una pensión o del servicio de salud, sino que la experiencia de estos hombres que arriesgaron sus vidas por la patria no podía ser tirada al olvido. Además, los jóvenes debían conocer que aquí hubo una lucha armada, una guerra, que en Venezuela hubo desaparecidos, torturados, prisioneros, y que debían ser reivindicados.

Castillete, convertida en una especie de de simbología de la Revolución, ha facilitado el nacimiento de iniciativas provechosas como la célula Andrés y Ramón Pasquier, dos muchachos desaparecidos en el Puntofijismo, en la que funciona una escuela de formación ideológica llamada Escuela de Defensa Integral Comandante Eliecer Otaiza, y actividades sabatinas, con charlas y conversatorios, por las que han pasado Vladimir Adrianza, Jesús Faría, entre otros.

Castillete incluye una comisión bicentenaria binacional Orinoco-Magdalena, conjuntamente con el partido FARC de Colombia. Esta comisión ha realizado jornadas de carácter histórico con la Casa de la Historia Insurgente y la Casa Nacional de las Letras Andrés Bello. Además, todos los martes, en el programa La Lámparas de Diógenes, que conduce el periodista Diógenes Carrillo, entre 7 y 9 de la mañana por YVKE Mundial, conversan sobe diversos tópicos de la realidad venezolana y colombiana. En esta comisión participan Andrés Aguilar, Alejandro Hitcher, Jazmina Rauseo, Diógenes Carrillo, exguerrillero, quien como periodista de reconocida trayectoria, comentarista deportivo, acumula un largo historial al servicio de las causas populares.

“Entonces, hemos cumplido una serie de fases y todavía esperamos por el presidente Maduro, por Diosdado Cabello, Aristóbulo Istúriz, que nos tomen más en cuenta, porque tenemos mucho que decir desde el punto de vista político; aquí hay una experiencia muy grande”, señala “Papote”, quien apuntala la necesidad de que el PSUV asuma un rol de mayor protagonismo dentro de la Revolución Bolivariana, tal como ha insistido Diosdado Cabello.

“Chávez preguntaba por Castillete”, afirma “Papote”, “y Maduro, pero el que más pregunta es Diosdado Cabello. Cabello se ha dado cuenta de que el partido es la vanguardia de la revolución. El PSUV tiene que pasar a formar y tener más presencia dentro del Estado y en cuanto a las políticas y control de los hombres que trabajan dentro del Estado. Es el partido. Los hombres pasan. Pasó Fidel Castro y ahí está el Partido Comunista Cubano, pasó Mao, Ho Chi Min. No es la personalidad, es el partido y en eso estoy de acuerdo con el camarada Diosdado Cabello”.

Allá viene

Andrés Aguilar estima que en todo el país hay unos 300 exguerrilleros.

“Aquí hay profesionales, rectores de universidades, como Alí Rojas Olaya, que es rector de la Universidad Nacional Experimental de la Gran Caracas. Está Fernando Alvarado, médico. Aquí está la gente del Carupanazo, como Miqueas Figueroa y del Porterñazo.

-¿Y usted dónde actuó como guerrillero?

-Yo fui uno de los primeros que entró a la montaña del Bachiller. Nunca olvido a un campesino llamado Heriberto Cartagena. Subimos a la montaña con Heriberto Cartagena, con Manuelito Monzón y Haydee Machín, una mujer que murió hace un año. Luego el Partido Comunista me sacó de ahí y me mandó a Lara con Argimiro Gabaldón, el comandante Carache. Yo era de su retaguardia.

-¿Que recuerda de Argimiro Gabaldón?

-Era un poeta, un hombre muy suave, pero con don de mando. Fuimos amigos, con la diferencia de edad, porque yo tenía 22 años y él era ya un hombre de 40. En algún momento tomamos cocuy. Allí aprendí a tomar cocuy y nunca me he desembarazado de esa bebida. Soy poeta y escritor. En la Feria del Libro se presentó Allí viene, una novela que tiene que ver con un hombre de 107 años que quiere contar su vida.

-¿Recuerda su último día de guerrillero?

-A mí me delataron. Me torturaron en el sitio. Fui arrastrado por un jeep en Lara. Estaba amortajando a un amigo de Argimiro y un traidor me delató. Me fue imposible escaparme ya que desconocía el lugar. Pasé seis años preso en el Cuartel San Carlos, luego en la isla del Burro, en el lago de Valencia, y luego a Maracaibo. Me trasladaron de nuevo al Cuartel San Carlos. Me llevaron al aeropuerto y me dieron un minuto para despedirme de mi familia para salir al exilio. Llegamos a Suiza, porque era el único país para el que no se necesitaba visa. Volvía para acá a mi guerra, porque este es el país más hermoso del mundo. Independientemente de lo que pase, siempre que uno está en el exterior le pega aquello de yo quiero ir para mi locura en Venezuela. Y como decía Chávez: te amo con frenesí. Y es verdad, amar a Venezuela con frenesí. Yo me me arriesgué a entrar por Maiquetía.

T/ Manuel Abrizo
F/ Gustavo Frisneda
Caracas