El primer ministro de China, Li Keqiang, manifestó el domingo su esperanza de que la crisis siria no se extienda a otros países de Oriente Medio a través de la consecución de una salida a la crisis del país árabe.
Tras una reunión con la canciller de Alemania, Angela Merkel, el primer ministro chino recordó que la diplomacia es la única vía para acabar con el conflicto que vive Siria.
Keqiang llamó a las naciones que están involucradas en la crisis a valerse del diálogo para alcanzar una paz duradera en el país. “La situación es preocupante en Siria”, dijo.
El funcionario asiático resaltó la disposición del gobierno de ese país para desempeñar un papel activo y constructivo que frene el conflicto, tras hacer hincapié en que su país respaldará una solución política aprobada por todas las partes.
Por su parte, el ministro de Relaciones Exteriores de Siria, Walid Muallem, informó que su gobierno asistirá a la conferencia de paz de Ginebra, «una buena oportunidad para encontrar una solución política» a la guerra civil que vive el país, destacó el funcionario.
“He comunicado al primer ministro iraquí (Nuri al Maliki) y a Hoshyar (Zebari, su homólogo iraquí) nuestra decisión de principio de participar en la conferencia internacional”, dijo Muallem en una conferencia de prensa en Bagdad, donde realiza una visita sorpresa. La conferencia Ginebra 2 fue propuesta por Washington y Moscú para encontrar una solución política al conflicto sirio.
En tanto, la Coalición Nacional Siria (CNS), órgano de la oposición, exigió el viernes pasado «gestos de buena voluntad» por parte del presidente Bashar Al Assad antes de considerar participar en esta conferencia de paz, prevista en junio.
Siria está sumergida en un conflicto interno desde mediados de marzo de 2011, y además de hacer frente a los terroristas, sufre la injerencia de algunos países occidentales y varios regionales. El Gobierno de Bashar Al Assad ha presentado en reiteradas ocasiones que dichas naciones de occidente como Qatar, Arabia Saudi, Turquía, Inglaterra y Estados Unidos han apoyado financiera, armamentística y logísticamente a los mercenarios para fomentar la violencia en Siria, con el fin de derrocar al presidente Al Assad, elegido constitucionalmente.