Fuerzas policiales de Turquía dispersaron este sábado con vehículos lanza agua a un grupo de personas que se encontraba manifestando de manera pacífica en la Plaza Taksim de Estambul (norte), en una protesta contra el desalojo del parque Gezi realizado por fuerzas de seguridad hace una semana.
Los manifestantes, quienes forman parte del movimiento de protesta nacional turco en contra de las líneas políticas, económicas y de represión violenta impuestas por el primer ministro de Turquia, Recep Tayyip Erdogan, llevaban claveles rojos y lanzaban consignas como «En todas partes Taksim», «En todas partes resistencia», «La lucha vuelve a empezar», «Tayyip dimisión».
La policía turca usó camiones con cañones de agua para ahuyentar a los manifestantes que se encontraban concentrados en la emblemática plaza, tras varios días de relativa calma.
Horas antes el primer ministro turco reiteró en un mitin, en la ciudad norteña de Samsun, que «Taksim no es un lugar para reunirse». Erdogan también continuó defendiendo la actuación de su Gobierno frente a las protestas y señaló que detrás de las mismas hay presuntas conspiraciones extranjeras.
El pasado viernes, las fuerzas de seguridad turcas utilizando cañones de agua y gases lacrimógenos también dispersaron a indignados que bloquearon una transitada calle en Ankara (capital turca), en momentos en que 26 personas comparecían ante un tribunal acusadas de organizar las protestas en el país.
Desde el pasado 27 de mayo diferentes ciudades de Turquía son escenario de protestas antigubernamentales que se desencadenaron tras el ataque de la policía a una sentada pacífica en contra del plan del Gobierno turco de demoler el parque Gezi, ubicado en la plaza Taksim de la ciudad turca de Estambul, para construir un centro comercial.
Cinco personas, entre ellas un policía, han perdido la vida y más de 5 mil manifestantes y 600 policías han resultado heridos en los enfrentamientos.
La alta Comisionada de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Navy Pillay, indicó que los funcionarios y las fuerzas de seguridad son responsables del uso excesivo de la fuerza y deben ser castigados.
La represión de la Policía turca contra las protestas populares ha recibido la condena internacional, particularmente de los socios europeos de Turquía.