Comerciantes inescrupulosos hicieron su propia reconversión

Parados ante el cartel de precios de una charcutería de la Candelaria, un grupo de mujeres presencia con asombro el repunte de los precios del queso, del jamón, de la mortaleda y de la salchicha. Las caras de estupor y asombro se repiten en la carnicería, en la panadería, en la ferretería, en la tienda de ropa, en la farmacia. En una zapatería del centro, una miniatura de sandalia para una niña menor de cuatro años tenía un cartelito que marcaba 286,64 bolívares soberanos o 28.664.000 bolívares fuertes. Más arriba, el costo de una tijera amaneció en 17 millones de bolívares fuertes. ¡Qué barbaridad!, afirmó una mujer.

En las calles de Caracas los comentarios oscilaban entre el susto del sismo ocurrido el martes en la tarde y la réplica de ayer, para caer de nuevo en el tema de la especulación. Por aquí y por allá se pide cárcel y guillotina para los especuladores. Claman por mano dura y recuerdan que el Primer Mandatario aconsejó a empresarios y comerciantes que entraran por el carril so pena de sufrir las consecuencias. O por las buenas o por las malas.

Iván Velásquez examinaba de lejitos el cartel con los precios pegados a la pared en una charcutería de la Candelaria. Afirma que la especulación es generalizada en esta popular parroquia caraqueña.

“Aplicaron la de no quitar los ceros, y ciertamente el pueblo se ve hambreado porque lo que debería costar 19 bolívares, que es el precio real, te cuesta 190 que vienen siendo 19 millones de bolívares para, por jemplo, una milanesa empanizada. Igual pasa con el queso que cuesta 29 millones de bolívares, lo colocaron a 290 bolívares, y si quedamos que el sueldo mínimo es 180 millones o 1.800 bolívares soberanos, entonces te alcanzaría igual que lo que estaba pasando antes de la reconversión; es el mismo precio que se mantiene. El sueldo queda por debajo de la cesta básica. Yo casi no compro aquí porque es tan costoso como en otra parte”, dijo.

María Abreu, también en el mismo local, asienta que no es únicamente esta gente, pues la mayoría de los establecimientos han aumentado demasiado los precios. Señala que la semana pasada compró un queso por ocho millones y pico de bolívares fuertes y ayer amaneció en 12 millones fuertes o 120 bolívares soberanos.

Explica que la escalada con la especulación no es solamente en la parroquia Candelaria, en Propatria también. Y así sucesivamente.

“Yo no entiendo cuál es el control. Vi a la Sundde interviniendo unos negocios chinos en la plaza Sucre, ya que vendían a precios superelevados. Yo espero que controlen todos los establecimientos. No vale que aumenten el sueldo si quedamos en la misma.

-Y todavía no hemos cobrado el aumento…

-Imagínate tú cuando llegue. Nos quedaremos en la carraplana.

Yelitza Romero coincide con la postura generalizada de que todos los comerciantes han subido los precios. Explica que acaba de venir de Locatel, donde todos los precios se elevaron por encima de lo normal.

“¡Una cremita pequeñita para las manos vale 22 millones de bolívares fuertes! Imagínese usted. ¡Una crema para las manos! O sea, ¿cómo hace uno para poder subsistir, para comprar las cosas que uno requiere, una pasta dental, cualquier cosa está supremamente costoso”, añade Yelitza Romero con un tono de voz que remarca su indignación.

Refiere que en esa onda de la cremita andan todos los comerciantes y que por estos días muchas tiendas permanecieron cerradas con el argumento de que estaban adecuando la moneda, cuando ellos lo que tienen es que restarle cinco ceros y más nada, es decir, mover la coma cinco veces hacia la izquierda.

“Ellos no tienen por qué estar subiendo los precios, porque consideran que como comerciantes poseen la mercancía y eso les da fortaleza para colocar el precio que les da la gana. Y sucede y acontece que no es eso lo que el Gobierno quiere. Precisamente el Gobierno está colocando un número telefónico mediante el cual las personas pueden hacer las denuncias a través de mensaje de texto o de Whatsapp para que cada persona, cuando vea un precio excesivamente alto, haga la denuncia y se haga el correctivo correspondiente, pero justamente las medidas que el Gobierno está tomando es para que nosotros podamos vivir con el sueldo que cobramos y los comerciantes tengan una ganancia justa, pero no tienen que subir a 460 millones de bolívares la salchicha, por ejemplo. Esa salchicha la tienen comprada desde hace mucho tiempo atrás, él no la compró ayer, ni la compró a bolívar soberano. Eso es lo que pienso que nos afecta a todos: el comerciante está haciendo lo que le da la gana con los precios nuevamente, como lo hacía anteriormente”, indica.

Acabar la guachafita

Para Ángel Gutiérrez, sentado en uno de los banco de la plaza Bolívar, lo que ocurre con este desbarajuste de los precios y la especulación es que ellos (los comerciantes) quieren seguir con “más de lo mismo”, y como no quieren rebajar los cinco ceros, pues los van a agarrar los dos ceros de los ganchos, las esposas, para que los metan presos de una vez y se acaba la cosa”.

Observa Gutiérrez que no se puede permitir que “como ya nos devaluaron el bolívar fuerte, ahora nos van a devaluar el bolívar soberano”.

“No van a poder”, insiste. “Ya sabemos que el bolívar soberano está anclado al petro y el petro equivale a un barril de petróleo, que no lo pueden devaluar jamás ni nunca porque tenemos reservas internacionales para 300 años”.

-¿Se están haciendo los locos?

-Pero no van a poder. Lo que yo opino es que el Gobierno tiene que poner mano dura junto al pueblo y hacer respetar la ley, porque ya hay leyes aprobadas por la Asamblea Nacional Constituyente que hay que hacer respetar. Tiene que acabarse la guachafita y ponerle seriedad al asunto.

-¿Será que necesitan un escarmiento?

-Vuelvo y repito: no quieren rebajar los cinco ceros, hay que ponerles dos ceros que son los ganchos. Cuando tengan 50 empresarios presos, los demás escarmientan. Sen van por el carril. No podemos seguir en eso; el pueblo es el que sufre las consecuencias. Ellos no, porque cada vez se enriquecen más.

-Hay quienes proponen expropiarlos. ¿Qué piensa usted?

-Podría ser, pero luego hay que hacerle seguimiento a esa expropiación para evitar lo que ha ocurrido con los casos anteriores. Están cerradas, los productos no se ven por ningún lado. Hay que meterle la lupa si se expropia.

A José Nicolás Agüero, quien se presenta como “patrimonio viviente de esta nación”, el sector del comercio anda como loco. Piensa que el asunto se ha desbordado, incluso da hasta pena. El asunto le preocupa porque son los ciudadanos comunes los que “llevan palo”, día y noche. Y son los mismos vecinos los que te venden en la esquina un producto de primera necesidad.

“Ahorita no comprenden que el Gobierno está haciendo este sacrificio aumentando sueldos y salarios, equiparándolos a la cesta básica. Tenemos consejos comunales, PSUV, UBCH, Polo Patriótico, los ministerios, yo creo que se debe canalizar esas fuerzas para combatir la guerra de precios”, indicó.

Considera que cualquier medida que se inicie, el enemigo está montado para hacerla fracasar.

“Olvidate: esa cultura del más vivo se tiene que romper. El lunes y el martes fue una locura. Hay que ponerle el cascabel al gato. Esta oportunidad no se debe perder. Es un llamado que hago como ser humano y que el Estado me protege. ¿Qué hace Nicolás con darme mi bono, la pensión, y viene un amigo mío y me lo quita en la esquina comprando dos cosas. Yo creo que la gente tiene que estar ojo pela’o, denunciar. Hacer brigadas”, dice Agüero.

T/ Manuel Abrizo
F/ Lusi Franco
Caracas