I. La oposición pone esta condición para dialogar: dejar libre a todos los delincuentes políticos presos por delitos pasados, y los de hoy, por crímenes recientes; y, además, un árbitro externo. Esta condición encubre las verdaderas, que no aparecen como tales. Veamos las cosas de la forma correcta.
La condición anterior, en sí misma, es para no dialogar, pues su plan “no dialogante” es hoy y siempre, derribar el Gobierno, y eso intentan.
La guerra económica y la violencia criminal callejera son -de hecho- sus dos verdaderas condiciones, y les son impuestas a la sociedad venezolana, como presión y chantaje al Gobierno, para que éste haga lo que ella quiere, y si el presidente Nicolás Maduro cede, seguirán con más fuerza. Éste es el juego que la derecha dirigida desde Estados Unidos le impone a la sociedad venezolana y al gobierno Maduro. Este método es el mismo empleado en Chile contra Salvador Allende.
a) La primera verdadera condición, la guerra económica: desde 2012 nos asedia, y es explicada, encubierta y disfrazada por los economistas y políticos de la derecha como “escasez de bienes”, que produce “inflación”, resultado de “las malas políticas del Gobierno al no crear un ambiente macroeconómico favorable a la inversión”.
En 2013 el Estado develó la clave operativa en sus dos aspectos: acaparamiento u ocultamiento de bienes, que llaman “escasez”, lo que es la clave de la especulación y robo, que llaman inflación.
Ellos dicen que las pocas mercancías desean más dinero, es decir, no son los comerciantes, son ellas mismas. No dicen esto: el raquitismo de la lumpenburguesía no pudo ni afrontar la crecida demanda de bienes ni producir más barato que en el exterior, pues no tiene ni desarrollo científico, ni tecnológico ni industrial, para competir en el exterior, por ello el ciclo eterno inflación-devaluación-inflación-devaluación es su resultado, de la lumpenburguesía.
Su botín de guerra es el valor de retorno del petróleo que hoy se distribuye al pueblo y al desarrollo no burgués y ella lo quiere para sí.
b) La segunda verdadera condición es la violencia callejera encubierta como “protestas estudiantiles”. Esta lleva ya cerca de 40 asesinados y es la parte visible de la guerra. Esta segunda condición de hecho tampoco es para dialogar: es para tumbar el Gobierno por una revolución de algún color.
Esta parte operativa comenzó el 15 de abril con el llamado de Henrique Capriles, continuó el 12-02 con el de Leopoldo López y María Machado, y su primer objetivo era acelerar el golpe con desórdenes callejeros incontrolables y luego -con desórdenes mayores y más violencia criminal- acusar al Gobierno y preparar acciones extranjeras contra Venezuela.
Dos condiciones: guerra económica y violencia criminal callejera.