Escribe, dirige y actúa desde hace tres décadas|Considera que los grupos deben trabajar “desde la honestidad”

Mario Sudano es de los que apuesta al teatro que, aparte de la risa, también deje reflexionando al espectador; o por lo menos sacarlo de su “confort aparente” muchas veces. Tanto en microteatro como en obras de tiempo normal, se exige eso a la hora de realizar cada montaje, ya sea como actor o director: “Para mí el teatro es una máquina del tiempo y cuando un grupo hace eso desde la honestidad y sin mucha pretensión, inmediatamente me convierto en un seguidor”.

Viene de ganar como Mejor Actor de microteatro con la pieza Caso de casa. Próximamente estrenará una pieza que vuelve sobre la violencia de género y familiar, temas que considera “vigentes hoy en día en Venezuela y el mundo”.

-Entonces, ¿qué teatro te gusta ver?

-El teatro que me incita a dudar, el que no me trata como un tonto, el que me permite entrar en lo que ofrece y poder decir: «Bueno, me monto en esta historia y si me gusta o me duele y no la quiero es mi responsabilidad». Me gusta ver lo que hasta ahora yo no veo, me gusta sorprenderme y, por supuesto, me mata ver cosas que me conectan con mis recuerdos, porque soy un apasionado del pasado.

-Eres actor, productor, director y dramaturgo. ¿Qué se te hace más fácil?

-Nada me parece fácil, me parecen disciplinas muy exigentes, tanto que me da un poco de vergüenza que digan que soy dramaturgo, creo que soy un proyecto de dramaturgo, quiero estudiar más, lo que sé me lo enseñó Isaac Chocrón y Xiomara Moreno en la Escuela de Artes. No me gusta ser productor, por eso jamás pondré en mi síntesis curricular que lo soy, lo hago y según mi esposa, que sí es productora y además lo estudió en la universidad, dice que no soy malo, pero a mí lo cierto es que no me gusta mucho. Lo que sí se me da con gusto y facilidad es enseñar y esto sí que lo he estudiado, muy poco, pero me gusta tanto y lo hago con tanta pasión que mis alumnos se han convertido a largo de estos 24 años de docencia en toda una escuela. No me preguntaste por ser mimo y mi fuerte es el manejo del público, no así la técnica. Soy mejor para enseñarla que como ejecutante… pero algo sí es muy cierto: creo que llegaré a viejito aún haciendo mimo.

-En fin, ¿cómo ves el panorama del teatro venezolano hoy en día?

-Es duro. Creo que hay grandes artistas consagrados, exitosos y con ganas de seguir adelante a pesar de las adversidades. ¿Y cuáles son esas adversidades?, pues la ignorancia, la incoherencia, la gente que por falta de conocimientos irrespeta con una facilidad increíble la experiencia. Entonces vemos una lucha constante entre los consagrados y los recién llegados a la jungla; se ven las batallas entre los más intelectuales y los más comerciales, entre los que tienen 200 seguidores en el Instagram y los que tienen 150K. Cuando yo estudié Teatro Venezolano I y II en la Escuela de Artes terminé de entender el teatro venezolano en su dramaturgia y en su historia ante el mundo. El teatro venezolano hoy está dividido entre los que no les interesa aparecer y en los que matan por estar anotados en la ficha artística o técnica de un trabajo. Afortunadamente en esos escollos cada quien hace lo mejor posible.

-¿Podría el microteatro substituir al teatro tradicional?

-No podría ni debería, porque el micro es una manera de insertar al público en el ejercicio de mirar, de crearse incluso parámetros de comparación de las propuestas, dramaturgias y tendencias. Personalmente me parece que el micro agranda el canal de futuros espectadores, me encanta que gente que en su vida haya ido al teatro y se sume a la ola que lo lanza en esta feria, se consiga con símbolos, con lenguajes diversos, con metáforas, poesía en el espacio, y empiecen a transformar sus miradas y ya cuando vean una imagen inusual no comenten y digan cosas como «este tiatro si es raro» (risas).

-¿Cómo confeccionas un personaje?

-Eso depende, creo que lo primero es conocer y reconocer el universo en donde navega, es vital aprenderse el texto para poder crear, para decidir y para accionar qué es lo que un actor debe buscar: la voz, el cuerpo y su mezcla se negocian. Si el negocio sale bien el teatro te premia, si te equivocas mucho, te castiga con la mirada ausente del espectador.

T/ Eduardo Chapellín
F/ Cortesía DM
Caracas