Que la Revolución Bolivariana sea atacada con una intención desmoralizadora ha sido moneda común aún desde antes del primer triunfo del comandante Hugo Chávez en 1998, por lo cual no resulta extraño por ejemplo la renovación de los ataques contra personas con probado liderazgo dentro de las fuerzas revolucionarias o la consabida desmoralización que puede generar el hacer una cola para comprar un artículo de primera necesidad, ya sea porque éste desaparece por acción de los acaparadores, por el contrabando en sus distintas expresiones y proporciones o por situaciones concretas asociadas a la importación o producción de dichos artículos.
Además, que un sector duramente atacado sea el militar, se comprende por cuanto ha sido éste el que junto al Pueblo, ha sido baluarte del proceso social de cambios e inclusión que se hizo verbo en nuestra Constitución Bolivariana.
El rumor como erosionador de la moral es un arma dilecta de la Guerra de IV Generación, que alcanza calibres inimaginados cuando se dispara desde los cañones tecnológicos que hoy por hoy son de uso común por casi toda la población.
Frases como el que “una prima tiene un amigo que es sobrino del sargento No-Sé-Qué-Cosa y le mandó un mensajito al teléfono diciendo que comprara comida, que no se sabía qué podía pasar”; o que aquello del “hoy leí por Twitter / Facebook que desertaron 2 miembros de las Fuerzas Armadas y que aunque no está confirmado, fuentes extraoficiales dicen que son los tenientes Fulano y Mengano”, son el pan nuestro de cada día, transmitidos en tiempo real y elevados a la enésima potencia por el uso de tecnologías de información y comunicación. Para colmo, el rumor se fortalece cuando es “confirmado” al recibirse desde varias fuentes, claro está, todas son similar de malintención y sin soporte alguno. He allí al rumor en su esplendor, imponiéndose con base en la invención, a la repetición y/o a la exageración, construyendo “verdades” al peor estilo goebbeliano.
La mejor medicina contra la morbidez del rumor es la contundencia de la verdad y de la acción, tanto discursiva como práctica. Y contra la desmoralización nada hay como tomar acciones contundentes y ejemplarizantes hacia la recomposición social. En ese par, la eficaz receta para dar un salto adelante que lleve a superar ese par maligno que atenta contra nuestra Patria.