emboscada a su paso por la montaña de Berruecos|El crimen estremeció la opinión pública del continente

El 4 de junio de 1830 fue asesinado a balazos, en una emboscada a su paso por la montaña de Berruecos -región neogranadina de Pasto-, el Gran Mariscal de Ayacucho, Antonio José de Sucre, quien svenía de regreso de Bogotá, rumbo a Quito para juntarse con su familia

SUCRE ¿UN ESTORBO?

¿Era Sucre un estorbo para el contubernio de terratenientes, letrados conservadores y generales que asumieron el control en cada uno de los países recién libertados por Bolívar?. El Motín de Chuquuisaca de 1828, que dejó a Sucre inválido de su brazo derecho, fue intigado por las élites antibolivarianas que surgían en Perú y Bolivia .

En su retorno a Ecuador, el gobierno peruano de José de La Mar, impidió al Gran Mariscal desembarcar en el puerto del Callao obligándole a permanecer en el buque mientras se reabastecía, para seguir rumbo a Guayaquil. Tras reunirse con su familia en Quito, en diciembre de 1828, Sucre escribe a Juan José Flores -quien era ya hombre fuerte del Ecuador aliado a sus élites-, y le dice “Habiendo quedado [yo] medio inválido, sin otro medio seguro de subsistir que la merced de mi mujer(…)Ud juzgará si es humillación soportar que mis casas en el campo fueran allanadas por comisionados, y atropelladas para sacar lo que a los comisionados les gustase”.

¡AY BALAZO!

Así, el 4 de junio de 1830, el exponente fundamental que articula la hostilidad contra “el Abel de Colombia” lo era José María Obando, gobernador del Cauca y por entonces con jurisdicción sobre Berruecos. Obando ciertamente era de quienes temían aquella hipótesis certera del Libertador cuando este dijera “Yo pienso que la mira de este crimen ha sido privar a la patria de un sucesor mío…”.Este juicio corresponde con el complot delatado el 1° de junio de ese año por un órgano santanderiano, El Demócrata: “Puede que Obando haga con Sucre lo que no hicimos con Bolívar”.

Días antes de la llegada de Sucre a Berruecos, el general Obando hace llamar a su casa al subalterno y hombre de extrema confianza suya Apolinar Morillo, señalándole que “la patria estaba en el mayor peligro de caer en poder de los tiranos, y que el único medio de salvarla era asesinar a Sucre que…pasaba al Ecuador con el objeto de coronar a Bolívar”. Los organizadores del magnicido fueron, de acuerdo al expediente, y por su exacto conocimiento del terreno, José Erazo y José Gregorio Sarría, también hombres de confianza del gobernador Obando y quienes vivían en el camino hacia Berruecos. Y los ejecutores materiales de la emboscada: Apolinar Morillo Juan Gregorio Rodríguez y Juan Cuzco.

Con Sucre venían desde Bogotá y Popayán hombres de su confianza, el diputado Andrés García Tréllez, los sargentos Lorenzo Caicedo y Francisco Colmenares y dos arrieros. Todos, en Berrueco se distanciaron varios metros del Gran Mariscal, por la estrechez en algunos tramos de la vía. Colmenares, quien iba en la delantera oye los disparos y “la voz de Sucre al desplomarse que decía “¡Ay, balazo!” [J. A COVA, Sucre. Ciudadano de América, Cs, 1995] .

“YO TE ABSUELVO”

Tras un momento de titubeo regresan y encuentran el cadáver, dándole sepultura, sin una urna y colocando “una tosca cruz de madera amarrada con bejucos” Luego de enterarse en Quito la viuda, Mariana Carcelén y Larrea, escribirá a Obando -con jursidicción sobre Berruecos “Un corazón más recto que el de Sucre nunca palpitó en pecho humano(…) No reclamo…represalia(…)Sólo pido que me des las cenizas de tu víctima” [Blanco y Azpúrua, Tomo XIV, pág 288].

La conservación de los restos del vencedor de Pichincha conllevó peripecias, equiparables a la agitación que rodeó su corta vida. Desde Berruecos -cuando se le sepulta en el bosque, donde permanece por un mes-, comienza un ciclo de traslados sigilosos, que sólo finiquitará en 1900, cuando el Presidente de Ecuador, Eloy Alfaro, dispone la identificación de los restos por expertos, y su traslado definitivo a la Catedral Metropolitana de Quito.

Los asesinos tuvieron cada cual un destino propio: Apolinar Morillo, quien confesó en el juicio de 1842, murió fusilado. Tres copartícipes murieron envenenados, y José Erazo, purgó larga condena. En cuanto al autor intelectual, José María Obando, luego de alcanzar dos veces la Presidencia de Nueva Granada, resultó gravemente alanceado en el combate de Cruz Verde de 1861, en medio de las guerras civiles neogranadinas. Y cuando se buscaba un sacerdote para la extrema unción, resultó que el único, formaba parte del bando contrario. Al acercarse el cura, resultó ser precisamente el sobrino del Gran Mariscal de Ayacucho y del mismo nombre, Antonio José de Sucre. Este, al conocer el nombre del moribundo “clava los ojos en la pureza azul del cielo…y murmura conmovido ‘José María Obando, yo te absuelvo, en el nombre del Padfre, del Hijo y del Espíritu Santo”

REDENTOR DE LOS HIJOS DEL SOL

El General Sucre es el Padre de Ayacucho: es el redentor de los hijos del Sol; es el que ha roto las cadenas con que envolvió Pizarro el imperio de los Incas. La posteridad representará a Sucre con un pie en el Pichincha y el otro en el Potosí, llevando en sus manos la cuna de Manco-Capac y contemplando las cadenas del Perú rotas por su espada. [Simón Bolívar, Resumen sucinto de la vida del General Sucre. Lima, año 1825]

T/ Néstor Rivero