Que dirimen una vieja disputa territoria|Crucial espera para la paz entre Cambodia y Tailandia

Meses por delante le quedan a la Corte Internacional de La Haya, en favor de un juicio ponderado, después de concluir el 19 de abril las audiencias orales protagonizadas por Cambodia y Tailandia que dirimen una vieja disputa territorial.

Pero en la espera hasta octubre o noviembre, puede avivarse de nuevo la chispa de la discordia por la cual ya se enfrentaron militarmente.

Todavía se mantienen frescas en la memoria, de un lado y el otro, las hostilidades bélicas de 2008 y 2011, que provocaron la muerte de decenas de soldados y el desplazamiento de decenas de miles de pobladores de las cercanías de los 4, 6 kilómetros cuyas demarcaciones litigan las partes en los alrededores del milenario templo hinduista de Preah Vihear.

Una orden de la propia Corte en la última fecha conminó a los dos países a establecer una zona desmilitarizada y proceder a un repliegue de tropas, lo que en poco tiempo acordaron el primer ministro de Cambodia, Hun Sen, y su par tailandesa, Yingluck Shimawatra, recién posicionada electoralmente en la jefatura de gobierno y con una actitud más propiciatoria a la paz que la del ejecutivo precedente.

En esa voluntad compartida por ambos, muy comprometidos además en incrementar las relaciones políticas y económicas de los reinos vecinos para beneficio mutuo, descansan las expectativas de que las diferencias fronterizas no pasen a mayores ni se deshagan los avances conseguidos y las proyecciones para el futuro.

Sin embargo la solicitud de Cambodia a la Corte Internacional de Justicia (CIJ) para que reinterprete un dictamen de 1962 del propio órgano que lo favoreció y con la intención de dejar zanjado legalmente el conflicto, azuzó extremismos chovinistas y despertó el fantasma de la guerra.

Para muchos ya el solo temor de esa última indeseable perspectiva pone en peligro el reflorecimiento del flujo turístico hacia el templo que la Unesco declaró patrimonio cultural de la humanidad, gracias a la atmósfera de seguridad y estabilidad promovida por Sen y Yingluck, con el concurso de sus respectivos mandos militares, y el Comité Bilateral que vela por los acuerdos de 2011.

Caseros que alquilan habitaciones, taxistas y pequeños comerciantes que han visto en los primeros meses de 2012 como se disparó la llegada de excursionistas en un 79 por ciento, en una cuantía de 100 mil, son quienes muestran más enfática preocupación. Y en ellos, como en el ministerio cambodiano de turismo, se instalan dudas sobre si proseguir en sus planes de expansión de albergues, carreteras y otros proyectos de la industria sin humo.

Del otro lado los reiterados llamados de Yingluck a confiar en la CIJ y seguir su arbitraje pacíficamente y con mente abierta, preparando a la población para una eventual sentencia desfavorable, choca con sectores opuestos que azuzan actitudes chovinistas.

Ni corto ni perezoso la principal fuerza política oponente, el Partido Democrático, comenzó a sacar dividendos electoreros futuros al echar brasas al fuego del grupo extremista Patriotas Tais, y del movimiento «camisas amarillas», los cuales ya hicieron demostraciones de fuerza en los bordes limítrofes con exigencias a la Corte y amenazas de reacciones violentas en el caso de que no se satisfagan.

Los descargos de cada parte en La Haya, caracterizada por un cruce de duras acusaciones, derivaron en una verdadera guerra cartográfica, demostrativo por demás de la complejidad del contencioso que se hunde en movedizos suelos histórico, geopolítico, militar y económico, planteando la necesidad de una conclusión serena y realista.

Cambodia fundamenta su posición en el mencionado dictamen de 1962, que le reconoció soberanía territorial basándose en las demarcaciones establecidas por Francia antes de conceder la independencia de su protectorado khmer, en 1953, con el consentimiento de la monarquía reinante y el gobierno tailandés de entonces.

Sin embargo aquel pronunciamiento jurídico dejó suficientes imprecisiones respecto a los accidentes geográficos a tomar como referencia de las líneas limítrofes como para dar lugar a interpretaciones contrapuestas. Si a lo largo del sector oriental de la montaña Dangrek, donde está enclavado el templo, o si en sus alrededores.

Estudiosos de la cuestión sostienen que el dominante colonialismo francés sembró la disputa legal a principios de 1907, al incluir al monumento en honor al dios hindú chiva en el espacio cambodiano, y recuerdan que en 1954, ya de retirada, tropas tailandesas invadieron el lugar en son reivindicativo.

De acuerdo con el periodista John Burgess, autor del libro «Una mujer de Angkor», la disputa se remonta a cientos de años atrás, en los cuales los reinos siamés y khmer ocuparon Preah Vihear alternativamente a lo largo del tiempo, y en las décadas de los 20 y los 30 del siglo XX los tailandeses defendían que el templo se relacionaba profundamente con su identidad nacional.

En principio el derecho de posesión del templo pareció zanjarse en 2008, cuando la Unesco lo declaró patrimonio cultural de la humanidad, pero no estaba entre sus atribuciones esclarecer en el territorio de qué país, si en el fondo Tailandia nunca aceptó las demarcaciones trazadas por Francia, y en consecuencia tampoco el dictamen de 1962.

Hasta ahora los pronunciamientos de los altos dirigentes de Cambodia y Tailandia se han mantenido enrumbados hacia el entendimiento y la cooperación, y el Comité militar mixto, que se reúne con periodicidad para revisar la situación, ha dado pasos para cumplir el acuerdo bilateral de desmilitarización de la zona y proceder a la desactivación de minas, aunque aún sin suficiente celeridad.

De continuo Sen y Yingluck llaman a sus connacionales a la calma, al parecer conscientes de que los ánimos se han ido recalentado una vez de vuelta el caso al arbitraje internacional y sin que todavía se haya llegado a conclusión, para lo cual faltan meses; cualquier chispa puede encender una enconada pradera.

Ni a unos ni a otros tal eventualidad reportará ganancia alguna, como tampoco a la región del Sudeste Asiático en su conjunto, que marcha hacia una integración comunitaria económica dentro de dos años, con visión estratégica futurista.

Para la CIJ y los actores del conflicto se acaba de abrir una crucial prueba de sensatez y realismo a fin de lidiar con huellas del pasado, también con las siempre envenenadas semillas de discordias que suele dejar sembradas el colonialismo y lograr que la paz gane la partida.

Fuente/PL