La Araña Feminista|El cuidado como derecho en Uruguay (Temática)

El tema del cuidado y las responsabilidades familiares, principalmente el cuidado de los niños y las personas dependientes, plantea de manera directa la interrogante acerca de la posición de las mujeres y su igualdad en distintos ámbitos de la sociedad, pero principalmente en la esfera de la familia y el trabajo. Si bien existen rasgos comunes a todas las mujeres que tienen responsabilidades familiares y de cuidado, éstas no son un grupo homogéneo, pues sus responsabilidades dependerán de la clase social a la que pertenecen, origen racial, edad, estado civil o lugar de residencia.

El aumento generalizado de la tasa de actividad femenina, particularmente de las madres, replantea la pregunta acerca de las obligaciones familiares y la forma de compartirlas.

¿Quién asume los costos del cuidado de las personas dependientes? ¿Cómo deben repartirse los roles y la responsabilidad entre el Estado, la familia, el mercado y la comunidad? Las diferentes respuestas que puedan darse a estas preguntas, la intervención y articulación de diferentes actores en el cuidado de las personas dependientes, es un elemento estructurante de la posición de las mujeres en las familias y en el mercado de trabajo, así como determinante de la efectiva capacidad de ejercer los derechos vinculados a su ciudadanía social.

Uruguay, país que se caracteriza por su fuerte legado histórico en materia de protección social, tiene hoy al cuidado en el centro de la agenda pública y como tema insignia en la política pública social.

El diseño y la implementación del Sistema Nacional Integrado de Cuidados en el país se inserta en el contexto de un proceso mas amplio de reformas sociales iniciado en 2005 en la que se destacan, entre otras, la reforma del sistema de salud, de la seguridad social y la reforma tributaria.

Varios actores han jugado un papel clave en el proceso de conceptualización del cuidado, construyendo la noción de “derecho al cuidado” y colocando el tema en la agenda de las políticas sociales. Se destacan particularmente la academia, las organizaciones de mujeres, el Instituto Nacional de las Mujeres y la cooperación internacional.

Como política social, la construcción de un Sistema de Cuidados tiene un gran potencial para impactar en la equidad entre mujeres y varones; la promoción de procesos de cambio poblacionales; en la división sexual del trabajo al interior de las familias y en el mercado de trabajo.

T/ Karina Batthyány
(desde Uruguay)
I/ Vargas

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¡Inequidad de mis tormentos!

En estos días una señora mayor se quejaba por la frustración de no poder comprar los productos regulados debido al cerco que imponía la cola de personas que habían llegado mucho antes que ella. Que una persona sea excluida del acceso a los recursos a causa de su edad es algo que en una sociedad medianamente civilizada no debería ocurrir. Muy darwiniano, la supervivencia del mas apto dirían algunos catedráticos en una interpretación simplista de la teoría de la evolución de las especies. Un argumento erróneo que además ha sido utilizado para justificar aberraciones aun mayores.

Una de estas aberraciones es la noción de que la exclusión por poder adquisitivo sí está justificada. Si no hay para todas y todos (ya sea por acaparamiento, poca producción, sequías o cualquier otro intríngulis del mercado), los recursos son para quien tenga mas dinero que ofrecer. Lo dice la ley de mercados imperante, capitalista, desalmada, e incuestionable para muchos economistas formados en el sistema. Lo dice la propiedad privada, que no tiene límites en cuanto a los derechos de las y los propietarios sobre los recursos que “les pertenecen” y el provecho que saquen de ellos. Lo dice la tecnología, que prácticamente no existe sino en manos privadas. Lo dice el conocimiento, que se ha repartido históricamente de manera similar a los recursos, de forma hegemónica.

Algunos se jactan diciendo que hemos “fracasado” porque en menos de una generación no hemos logrado superar los embates de semejante herencia y plantean devolver a manos privadas lo que con tanto esfuerzo se ha logrado repartir. Porque solo ellas y ellos, los privilegiados del siglo XX, saben hacerlo, con sus esquemas tradicionales de exclusión económica.

T/ Jahelí Fuenmayor

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Mujeres en mundos fantásticos

Agua Fría y Leola son protagonistas de dos novelas de Rosa Montero: Temblor y La historia del rey transparente. Son campesinas que viven en tiempos fabulosos, el sin tiempo prehistórico en que transcurre Temblor y el medioevo caballeresco de amor cortés y reinados. Para ambas el destino -como correspondía a su sexo- estaba prefijado, ambas lo rompen y se lanzan a una vida en la que van construyendo una nueva y propia forma de ser mujer.

En el mundo de Agua Fría, las jóvenes eran formadas como sacerdotisas con crueles castigos, en la práctica de obediencia absoluta sin preguntas. Mundo gobernado por mujeres, que no ejercen violencia pero sí crueldad. Sin fertilidad y sin niños. Agua Fría escapa y comienza la búsqueda de la salvación en un peregrinaje donde ama, guerrea, aprende y encuentra futuro.

Leola pierde a su padre, su hermano y su prometido, porque son llevados a la guerra. Sin casa ni familia, decide ponerse la armadura de uno de los caballeros caídos, pues piensa que la salvaguardará de los peligros que la acechan por ser mujer. A partir de allí comienza una vida de aventuras con su nueva identidad de caballero guerrero. Leola rompe las reglas, aprende a leer, aprende a guerrear, descubre el amor.

T/ Alba Carosio