La mayor parte de los jornaleros agrícolas mexicanos sufre hoy condiciones laborales, sociales y humanas de indignidad, según denuncia de representantes de ese sector, así como de activistas sociales y académicos.
Se trata de una situación casi invisible, pero que cobró notoriedad con la protesta de trabajadores agrícolas de Baja California, que demandan mejores condiciones salariales y de labor, aseguraron.
Jesús Carmona, representante de Respuesta Alternativa, una organización civil del estado de San Luis Potosí, dijo a Prensa Latina que en el país hay unos dos millones de jornaleros agrícolas, en su mayoría migrantes de estados como Oaxaca, Chiapas y Veracruz, entre otros.
Se trata mayormente de indígenas que viajan con sus familias, incluidos menores, contratados por empresas agroproductoras, nacionales y extranjeras, que exportan al mercado norteamericano, indicó Carmona.
Muchos de estos migrantes proceden de zonas paupérrimas de Oaxaca, en el suroeste, de comunidades donde no hay agua, trabajo ni comida, como refirieron integrantes de una familia de jornaleros que han recorrido durante 30 años diversos estados del país.
Nos movemos adonde haya trabajo, tenemos que pagar por el alquiler de un cuarto, por el agua, la comida y nos pagan salarios de miseria, dijo un integrante de ese núcleo familiar que pidió el anonimato en prevención de amenazas y daños provenientes de los contratistas e incluso de grupos del crimen organizado que operan en las áreas agrícolas.
Margarita Nemecio, del Centro de Derechos Humanos de La Montaña, en el estado de Guerrero, apuntó a Prensa Latina que la insalubridad, desnutrición, bajo nivel escolar y otros males aquejan a los menores de estas familias, quienes no escapan a la explotación laboral.
Aseguró que tales condiciones, que calificó de nueva forma de esclavitud, se repiten en más de una veintena de estados del país ante la apatía e incluso complicidad de autoridades estatales e inercia de las federales.
La Secretaria del Trabajo conoce de esta situación, apuntó la doctora Antonieta Obregón, de la Facultad de Economía de la Universidad Nacional Autónoma de México, quien catalogó como brutales las condiciones en que viven y laboran los jornaleros migrantes en el país.