Crónicas de la Pachamana|Divulgación ambiental (Opinión)

Decía Antonio Machado, aquel genial escritor que acabó sus días en Collioure, pueblo costero francés, huyendo de la España que moría y de la que bostezaba ante el avance del fascismo, que en la defensa de la cultura se han de cumplir “…las dos más hondas paradojas de la ética: sólo se pierde lo que se guarda, sólo se gana lo que se da”. Quería con esto apoyar la difusión de la cultura y el conocimiento, y que de ellos participara el pueblo, frente a esa otra visión que los consideraba un bien del que solo debía disfrutar una minoría selecta, pues si se repartiese, como ocurre con el dinero, no enriquecería a nadie.

Sirva este preámbulo para ilustrar el hondo significado social que tiene la difusión del saber en todas sus formas y contenidos. Así, por ejemplo, la divulgación ambiental, con el propósito de sensibilizar en la importancia de valorar y preservar el medio que da soporte a nuestras vidas y actividades, y de entender que no nos pertenece, pues lo compartimos con el resto de los seres vivos, en nuestro tiempo y en el de las generaciones que nos sucederán.

A esa trascendente labor contribuye Silvio Abreu, una de esas amistades que se tejen a través de la distancia gracias a las tecnologías de la comunicación, pero que se refuerzan cuando es más lo que se comparte que lo que esa distancia separa. Geógrafo egresado de la ULA, geógrafo radical, ambientalista y ecosocialista, participa activamente en cuanta actividad se desarrolla con el objetivo de trasladar al conocimiento del pueblo los valores de protección y conservación de la Naturaleza, y hacer a la comunidad parte de esa importante tarea.

Valga como muestra la conducción del programa radiofónico Alerta Ambiental, en la emisora alternativa y comunitaria Excelencia 106.1 FM, en el que desde hace años simultanea su labor didáctica con la denuncia de las agresiones ambientales producidas como resultado de las actividades humanas.

Ese esfuerzo generoso de quienes comparten sus conocimientos para hacer del nuestro un mundo mejor merece todo el apoyo institucional cuando, desde los intereses muy particulares del dinero con mayúsculas y con el aparato de los grandes medios de persuasión, se nos adoctrina en la inevitabilidad del crecimiento continuo, de la producción y el consumo sin límite; como si la Madre Tierra dispusiera de recursos infinitos para satisfacer los inagotables requerimientos de una sola especie, la nuestra.

T/J. A. Rodríguez Estévez