Crónicas de la Pachamana | Ecoturismo, turismo responsable y sostenible (Opinión)

Los bosques, playas, montañas, llanos, campos y ciudades de nuestra amada Venezuela se hallaron representados en la mayor feria internacional de turismo, la ITB Berlín, que celebró del 4 al 8 de este mes de marzo su 49.ª edición en la capital alemana. La presencia en foros de importancia cardinal como este constituye, para los países asistentes, un inmejorable escaparate hacia un mercado que en 2013 generó unos ingresos estimados en 1.197 millardos de dólares a los destinos elegidos por el turismo internacional.

Como actividad económica, la capacidad generadora de riqueza del turismo se encuentra fuera de toda discusión. Sin embargo, tampoco pueden cuestionarse los impactos negativos que las actividades turísticas ejercen sobre los espacios de acogida. El intenso consumo de recursos naturales, la degradación del patrimonio cultural local, la estandarización de las costumbres sociales o la vulgarización paisajística son algunos de ellos. Se hace necesario un modelo de turismo responsable y sostenible, y es ahí donde el ecoturismo puede jugar un gran papel.

Más allá de una etiqueta en boga, el turismo ecológico o ecoturismo es una modalidad que posee unos rasgos definitorios que la singularizan dentro de las diferentes tipologías turísticas. Bueno es conocerlos, para no confundir con ecoturismo aquello que no lo es.

Su ámbito espacial es el de los entornos naturales, si bien no necesariamente poco intervenidos. Aunque con frecuencia se identifica el turismo ecológico con las actividades realizadas en espacios poco alterados, iniciativas como la recuperación de áreas naturales degradadas forman parte de numerosos programas de ecoturismo.

Promueve la conservación de los recursos naturales y culturales locales, a la vez que cuida que el desarrollo de su actividad implique el menor impacto ambiental posible. El ecoturismo se expresa en acciones que apenas alteran la esencia del medio en el que tienen lugar.

Supone la participación consciente de las y los turistas de una forma distinta a la de otras modalidades, ya que se implican en tareas relacionadas con la mejora de las condiciones de los espacios en los que se desarrolla la actividad turística.

Retribuye, en fin, no solo económicamente a las comunidades de acogida. A través de la puesta en valor de los caracteres culturales y de los recursos naturales locales, promueve en la comunidad nuevas formas de entenderse a sí misma y de relacionarse con su entorno.

T/J. A. Rodríguez Estévez