El señor de los hula hula juega para vivir busca crear conciencia

No pasa un día que en Venezuela o en cualquier parte del mundo encontremos a adultos mayores pidiendo o haciendo toda suerte de peripecias para lograr su sustento diario. La mayoría vende chucherías o canta en carritos, en el metro o entra de tasca en tasca, por citar ejemplos. Uno en particular llama la atención: José Bestilleiro, de origen español, pero que de sus 88 años, 70 por lo menos los tiene viviendo en nuestro país.

El tipo hace maromas con los hula hula (aros grandes a los que hace girar con alguna parte del cuerpo) en pleno semáforo frente a la plaza La Candelaria, en Caracas. Sea al mediodía o al atardecer, lo hemos visto, y el hombre, a pesar de su edad, tiene una condición física que muchos quisiéramos poseer siendo más jóvenes.

Eso también lo notó el cineasta Oscar Rivas Gamboa, quien grabó el documental de nueve minutos 27 segundos, titulado El señor de los hula hula juega para vivir. Honestamente es un trabajo conciso y sin caer en el melodrama, que muestra la realidad de ese adulto mayor abandonado por sus familiares.

―¿Por qué este documental?

―Es la primera vez que realizo este tipo de reportajes “documental”, pero sentí la necesidad y obligación de dar a conocer el caso del «Señor del Hula Hula». Como vecino de La Candelaria he presenciado su habilidad y sus carestías. Es un icono de la zona y, más allá, es mostrar el abandono de nuestros adultos mayores que cada día es mayor aquí y en todo el mundo. En mi trayectoria de 34 años te puedo contar que he realizado infinidades de proyectos, como series juveniles, videoclip musicales, spot publicitarios, películas, pero jamás me había pasado por la mente realizar algo de este tipo, hasta el día 31 de diciembre a las siete de la noche, que me marcó emotivamente. Al verlo a esa hora sólo y sin ganas de irse a casa, fue en ese momento que me vi en la obligación de hacer algo diferente en mi carrera, algo para crear conciencia en las personas, pero sobre todo en la juventud. Lo hice con la intención de despertar esos valores que lamentablemente y sin darnos cuentas cada día se pierden más y más.

¿Haría otro en ese estilo?

―No está dentro de mis planes dedicarme de lleno a hacer este tipo de trabajos audiovisuales, pero te aseguro que si llegara a estar frente a mis ojos otro caso de relevancia que requiera de mi apoyo como comunicador audiovisual, ahí estaré nuevamente para ayudar a esas personas que necesiten ser escuchados. Con seguridad puedo decírtelo: no importa el corte del proyecto, creo que me importaría más buscar la manera de ayudar a encontrar una solución a la problemática de esa persona que necesita ser vista y escuchada a través de mi lente.

¿Fue costoso hacer esta producción?

―Todo audiovisual requiere de inversión, costo de cámara, dron, personal técnico, editor, diseñador gráfico, equipo de producción, voz en off, etc., etc., pero cuando le transmití a mi equipo que tenía la necesidad de realizar un proyecto de este tipo, todos estuvieron de acuerdo en apoyarme y colaborar con la elaboración del documental. Todo el equipo dijo que sí, así que fue manos a la obra. De inicio a fin estuvieron al pendiente de todos los detalles y de ofrecer lo mejor de ellos, a pesar de no percibir ningún tipo de honorarios profesionales. Se debe acotar que la producción ejecutiva estuvo a cargo de Eddwin Rivera y Michel Planchart, para así cubrir ciertas necesidades y en ningún momento dudaron en aportar su granito de arena para este bonito y conmovedor documental.

Explicó que la dirección general estuvo a su cargo; la dirección de fotografía y cámara por Saúl Torres; guion, Oscar Rivas Gamboa y Juan Carlos Duque; post producción, Óscar Rivas (DJ Pana); música, Jesús Urbina González; coproducción, Iraiza Orellana; producción, Amariwak Rawlinson; diseño gráfico 3D, Henyer Lara (Yoto films); dron, Adrián Gutiérrez; producción de Miami, César Quivera y Diego Sánchez; producción por España, Leshka Meléndez; cámara en España, Laura Cajiao; jefe de prensa, Isidro González; y jefe de operaciones, Luis Castellano.

¿Cómo fue el proceso de filmación?

―El proceso fue algo sencillo, ya que se utilizó una sola cámara. También se realizaron algunas tomas con el dron. Fueron dos días de rodaje, incluyendo entrevista y todos los silentes requeridos para este documental. En España también se contó con un equipo que colaboró para realizar algunas tomas para representar visualmente el pueblo donde nació el señor Bestilleiro, que es en la Coruña-Montouto. Lo demás ya fue trabajo de post producción y musicalización, para lograr un contenido de gran calidad y de agrado para los espectadores.

¿ Tienes un proyecto cinematográfico en puertas?

―Sí, tengo dos ahora mismo. Uno es un seriado de doce capítulos y el otro es un largometraje. Son proyectos que requiere de inversión significativa, ya que queremos llegar a otros mercados donde se requieren altos valores de producción y estándares de calidad Internacional. Por tal razón estamos en conversación con algunos productores ejecutivos que quieran formar parte de este gran equipo que siempre está en disposición de ofrecer buenos contenidos y ser parte de estos proyectos que tiene gran atractivo.

El trabajo fue una lección de vida….

―En lo personal con este tipo de documental he comprendido que la responsabilidad que tenemos como comunicadores es muy importante, ya que debemos crear más contenidos que creen conciencia para comenzar a rescatar esos valores que cada día se pierden, producto del impacto que tienen los contenidos bodrios que actualmente salen y que afectan de manera directa e indirecta la conducta del ser humano, sobre todo a la juventud, contenidos que incluso están al alcance de los niños, en las plataformas digitales. Y también sucede muchas veces que, aunque estemos cerca el uno del otro, lamentablemente estamos más distantes que nunca.

T/ Eduardo Chapellín
F/ Cortesía O.R.G