El show electoral en Estados Unidos está en la recta final y sus candidatos buscan la manera del cierre feliz cuando las cortinas se corran: lograr las llaves de Casa Blanca, el poder.
A 12 días de que los electores vayan a las urnas, la demócrata Kamala Harris y su rival republicano Donald Trump redoblan sus apuestas en estados claves (Pensilvania, Michigan, Wisconsin, Nevada, Carolina del Norte, Arizona y Georgia) para perseguir los votos de los aún indecisos.
En este sprint, Trump, quien aún niega que perdió en 2020 y que dice que solo reconocerá las venideras elecciones si son justas (solo si gana), cuenta con el apoyo del magnate tecnológico Elon Musk regalando millones en una lotería para comprar votantes.
Por su parte, Harris se concentró en las más recientes jornadas en los medios de prensa, dio entrevistas a la cadena hispana Telemundo en la que dejó claro que ella es una capitalista pragmática-
La candidata reservó para el sprint final la compañía de republicanos que la respaldan, como Liz Cheney, exrepresentante por Wyoming e hija del ex vicepresidente Dick Cheney.
También el expresidente Barack Obama -que la califica como una amiga de tantos años- emprendió campaña por estados y hasta reprendió públicamente a votantes masculinos negros después que las encuestas arrojaron que ese segmento prefería a Trump.
Los ataques personales por supuesto aumentan. Los demócratas recibieron municiones tras las revelaciones esta semana de John Kelly, un exgeneral de cuatro estrellas de la Marina y exjefe de gabinete del expresidente, que arremetió contra su antiguo jefe en una entrevista concedida al diario The New York Times.
Kelly, que anteriormente se abstuvo de hablar de su tiempo en la mansión ejecutiva, reaccionó a afirmaciones de Trump acerca del eventual uso de las fuerzas armadas contra el «enemigo interno», que, en palabras del exgobernante, incluía a los adversarios demócratas.
Sus opiniones salieron a la luz después de que otros funcionarios destacados de la exadministración republicana, incluidos aquellos con experiencia militar, expresaran su preocupación sobre la idoneidad de Trump para el cargo.
«Y creo que esta cuestión de usar las fuerzas armadas contra los ciudadanos estadounidenses es una de esas cosas que creo que es (…) muy, muy malo», dijo Kelly al alertar que Trump podría encajar en el perfil de «fascista». Alguna vez incluso le expresó su deseo de que sus generales fueran como los que tenía Adolf Hitler, acotó.
Con una inusual declaración desde la residencia del vicepresidente, Harris reaccionó a esas palabras. Trump buscará “poder sin restricciones” si gana nuevamente y esto será una amenaza a la democracia estadounidense, consideró.
El miércoles la actual Número Dos atacó a su adversario por ser “cada vez más desquiciado e inestable” y opinó que no habría “barandillas” para contenerlo durante un segundo mandato.
Para Steven Cheung, director de comunicaciones de la campaña de Trump, Harris es una “perdedora de piedra fría que está cada vez más desesperada porque está fracasando y su campaña está en ruinas”.
A tan escasos días del 5 de noviembre los sondeos sitúan a los dos candidatos en una de las competencias por la Casa Blanca más ajustadas -y costosas- de la memoria reciente.
Ambos candidatos tratan de impresionar a los votantes indecisos y llevarse los aplausos cuando las luces se apaguen.