Para recordar al dirigente político y deportivo Eliézer Otaiza no hace falta mucho esfuerzo. Basta con ver el gran trabajo que hizo en las disciplinas de deportes acuáticos, entre lo que destaca el programa de natación terapéutica que atiende a más de 5 mil personas.
Luego de un accidente de tránsito que casi le cuesta la vida, Otaiza comenzó a recuperarse por medio de la natación, hasta alcanzar el tope de sus condiciones que le devolvieron la habilidad dentro y fuera del agua.
Nadó con Rafael Vidal y representó a Distrito Capital en varias competencias nacionales. Fue amigo del galardonado hasta el punto de ser el precursor de la jornada Un Millón de Metros por Vidal, programa que todos los años organizaba para recordar a su amigo.
Parte de su premisa principal era utilizar el deporte para ayudar a las personas. Para Otaiza, la actividad física debía servir no solo para ganar medallas, sino para que las personas “cada vez más la tomen como un estilo de vida”.
LO MEJOR
El programa de natación terapéutica -que nació hace nueve años luego de que el capitán ascendido a mayor casi muriese en un accidente- atendía personas con distintas condiciones. “Lo primero que buscamos es que el paciente se sienta cómodo en el agua, se relaje y maneje bien la respiración durante los movimientos. Después de eso, las personas realizan balanceos y distintos ejercicios que se practican para recuperar el movimiento corporal fuera del agua”, explicaba Otaiza al Correo del Orinoco, al tratar de describir la metodología aplicada en las jornadas.
Desde ese momento, la idea que tuvo reunió después más de 5 mil pacientes que en la actualidad practican este método en cinco piscinas de la capital de la República.
Varios nadadores con discapacidad que han participado en eventos internacionales pasaron por el programa terapéutico; sin embargo, la esencia de su labor no solo estaba dirigida al desarrollo de la alta competencia. Su misión fue ayudar a niños, hombres y mujeres que hubiesen padecido accidentes cerebrovasculares; que tuvieran esclerosis múltiple, osteoporosis, estrés, dolores de columna y hernias discales, entre otras patologías.
Otaiza indicó que, al superar la inmovilidad de la parte izquierda de su cuerpo gracias a la natación, sintió el deseo de ayudar a los demás con el mismo método. “Desde ese momento comencé a investigar todos los beneficios de la natación terapéutica para colocarlo como un programa alternativo de Caracas”, agregó.
UN GRAN TRABAJO
Desde 2005, Otaiza comenzó una lucha por hacer que la natación se masificara más en el país.
Hace dos meses inauguró el estatal de la disciplina de Distrito Capital, en el que expresó la necesidad de que en el país exista un Centro de Alto Rendimiento de este deporte con el objetivo de que los atletas criollos “no tengan la necesidad de salir del país a entrenar”.
“Con ese centro, podemos traernos los mejores entrenadores para acá, sin necesidad de gastar tanto dinero en los viajes de nuestros atletas”, precisó el deportista. Realmente avanzaba hacia allí.
Otaiza destacó que la mayor preparación de Rafael Vidal fue en el país. Recordó cuando nadaban juntos y siempre alabó la disciplina del medallista olímpico.
Después de la muerte de Vidal, Otaiza organizó la jornada de natación que le rinde homenaje y que, desde la primera jornada, pasó el millón de metros; en las ediciones 2013 y 2014 se celebró en otros países.
ACTIVO
Como atleta, siempre se negó al retiro y se mantuvo activo en la categoría máster en la que participó en varias pruebas de fondo como la Travesía del Lago y el Cruce al Río Orinoco.
“En Maracaibo recordamos cuando ganó las dos ediciones de la Travesía en su categoría. Siempre llegaba de incógnito, se inscribía y nadie sabía que era él, hasta que salía del agua con el primer lugar de su categoría”, recordó Edgar Zabala, quien fue el jefe de prensa de la Travesía del Lago.
En su rutina semanal siempre apartaba un tiempo para practicar natación; por ello, nunca perdió la condición física ni técnica que le permitía mantenerse en el tope de las competencias.
Otaiza murió y dejó el legado de sus obras deportivas, destinadas más al aporte comunitario y social que a la alta competencia, pese a que nunca dejó a un lado la idea de que en su deporte favorito debía ser el mejor.