Hace unas semanas, del 10 al 14 de junio, se llevó a cabo en Austria la reunión anual del club Bilderberg, encuentro de la élite de magnates y poderosos del mundo, guías de las corporaciones transnacionales dominantes, especialmente directores de empresas petroleras, de comunicación aérea, de casas financieras, de transnacionales alimenticias, del sector militar y de telecomunicaciones, sin olvidar las centrales de inteligencia que soterradamente, disfrazadas de ONG, tratan de desarrollar la estrategia para concretar la Teoría del Caos Constructivo de Zbigniew Brzezinski, bien conocido por su «tablero mundial», para continuar con su esquema de dominación.
Así uno de los temas a tratar como el del espionaje a Alemania pasó debajo de la mesa al «no encontrarse pruebas concretas» y apenas esta semana se descubren las «pruebas» del espionaje a Francia, lo que también es solapado cuando vemos las expresiones neoliberales francesas en relación con el caso de Grecia.
Sin embargo, no se cuenta con que Grecia se dirija hacia una forma de expresión democrática como es un referéndum el 5 de julio, en el que su pueblo puede decidir abandonar la Unión Europea, lo que asestaría un duro golpe a dicho esquema y podría desatar un efecto dominó en otros países.
Igualmente en el contexto de esta reunión se criticó la Encíclica «Laudato Si» del papa Francisco, en la que el representante de la Santa Sede muestra una gran preocupación por la voracidad de las empresas transnacionales y la inminente destrucción del Planeta Tierra.
Y podríamos seguir hablando de esta reunión de la derecha internacional, fundamental para el Complejo Militar-Industrial, donde una de las más importantes industrias como son los bancos con su despliegue de transacciones especulativas al mejor estilo del Fondo Monetario Internacional con el caso griego van generando situaciones de austeridad y de indignación que han tenido expresión desde la última crisis financiera que, según algunos autores, fue diseñada en la reunión del Bilderberg en 2008.
En este lado del Sol esas élites a través de su piezas locales generan guerras económicas y mediáticas, en países soberanos e independientes como es el caso de Venezuela, donde este domingo la participación popular asestó un golpe contundente a esa derecha, demostrando que el pueblo está alerta y que camina definitivamente en la senda de la segunda independencia.