Por Alfredo Carquez S.|Encuestas derrotadas (Opinión)

Duras derrotas las que han sufrido en estos meses de fin de año las empresas dedicadas a interpretar (y también muchas veces a tratar de dirigir ) la opinión pública.

En Gran Bretaña las encuestadoras daban por descontado el triunfo de quienes preferían quedarse bajo el paraguas de la Unión Europea. Y ganaron quienes apoyaron el Brexit.

En el vecino país sucedió algo similar a la hora anticipar cuál iba a ser el resultado del referendo sobre los acuerdos de paz alcanzados entre el gobierno de Juan Manuel Santos y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia. Según las consultoras el Sí estaba sobrado, pero para desconcierto de casi todo el mundo, terminó imponiéndose el No.

Y mas recientemente y con mucho mas estruendo, por la significación y posibles repercusiones del resultado, se cayeron las proyecciones que daban como vencedora a la finalmente derrotada excandidata presidencial Hillary Clinton. Le ganó Donald Trump con un margen tan holgado como inesperado tanto para los demócratas como para los mismos republicanos.

¿Qué sucedió en esos tres casos? ¿La gente encuestada no dice lo que realmente piensa? ¿Los instrumentos de medición de la opinión pública están desactualizados? ¿Es imposible en estos tiempos de crisis saber cómo se expresarán los ciudadanos a la hora de una consulta electoral?

Supongo que estas interrogantes las tendrán en la mente quienes se dedican a tales asuntos, pero también las estarán pensando los políticos aspirantes a ocupar cargos de elección popular o los que ya están ejerciendo alguna responsabilidad de ese tipo. Pues creer a ciegas en lo que dicen las encuestas, como que ya no resulta muy buen negocio.

Lo sensato sería, amén de usarlas como referencia, no perder la conexión directa con la calle; con los anhelos, los problemas y padecimientos de la sociedad. Y no solo con un segmento de ella, sino con las distintas partes que componen su todo. Y para eso hay que evitar que a quien dirige lo rodeen los círculos de la adulancia que adornan cuanta historia incómoda surge con el fin de evitar a toda costa que el que gobierna se entere de la, a veces, fea verdad.

alfredo.carquez@gmail.com