El 14 de junio de 1928 nació en Rosario (Argentina), el médico e internacionalista Ernesto Guevara de la Serna (el Che), figura crucial de la Revolución Cubana, teórico del socialismo y hombre de acción que dio la vida en Bolivia a los 39 años de edad, luchando por el ideal de un mundo que diera paso al hombre nuevo y la mujer nueva.
ACCIÓN Y ESTUDIO
En el caso del Che Guevara la leyenda del hombre de acción, tupió la riqueza de sus aportes teóricos respecto al socialismo, el marxismo, economía política y el hombre nuevo. El escritor argentino Néstor Kohan ha indicado: “Tuvieron que pasar más de dos décadas desde el asesinato del Che Guevara para que comenzaran a aflorar, tímidamente, otras facetas de su vida. El Che como estudioso del capitalismo, analista de las dificultades de la transición al socialismo…y polemista al interior del marxismo” (Los estudios desconocidos del Che Guevara. A propósito de sus Cuadernos de lectura en Bolivia). Ahora se conoce que el peso mayor del morral del Che al momento de su captura en Bolivia, se debía no a la comida o cantimplora con agua, sino a los libros con que se acompañaba.
LIBROS QUE PENSABA LEER
En el caso del Che no se trataba de un guerrillero ‘común y corriente’, sino uno que dos años antes de su muerte se impuso, de acuerdo a Kohan, un plan de lectura que comprendía entre otros los siguientes títulos, con relieve en temas históricos: Jack Woodis: África. El león despierta; Mishulin: Historia de la Antigüedad; Kosminsky: Historia de la Edad Media, y y M.Efímov: Historia de los tiempos modernos; Vostov y Zukov: Historia de la época contemporánea; Homero: La Ilíada y La Odisea; John Bernal: La ciencia de la historia; Benedetto Croce: La historia como hazaña de la libertad; Paul Ribet: Los orígenes del hombre americano; Lewis H.Morgan: La sociedad primitiva y Jesús Silva Hertzog: Breve historia de la revolución mexicana, y Boleslao Lewin: La insurrección de Tupac Amaru.
HOMBRE NUEVO
Algunos individuos en medio de la polis -quizás muy pocos en el contexto cultural del capitalismo-, tienen la suficiente fuerza interior como para modelar a pulso de voluntad sin desfallecer, sus actos cotidianos y, de modo constante, dejar aflorar las virtudes superiores que distinguen al homo sapiens. Y, a diferencia de los santos y profetas, la potencialidad de autocorrección para servir al prójimo, se da en aquellos como acto que repercute de modo inmediato en la sociedad, de modo que el autoperfeccionamiento no se limita a la virtud del místico como lo conciben las religiones. Y ese grupo que se conecta con los otros para animar la perfectibilidad ajena y la propia, es el de los revolucionarios -el escalón más elevado, en palabras del Che- que conoce la especie humana.