Por Pablo Fernández B.|Escuelas, territorios de paz (Opinión)

Cimentar la paz implica luchar contra la exclusión, reconstruyendo la cohesión social y derribando las formas de violencia que nos agobian, sobre la base de un horizonte común cimentado en la justicia y el respeto efectivo a los derechos humanos.

La escuela juega un rol clave en esta tarea, por ser el primer espacio público de participación y socialización extra familiar. Es en ella donde podemos aprender a construir la noción de lo justo, reconociéndonos iguales en nuestras diferencias, sin que esta diversidad de identidades implique avasallar las libertades de nadie.

Desde la pedagogía crítica se ha cuestionado la inequidad educativa, el autoritarismo, los proyectos curriculares totalitarios, el privilegio de la cultura occidental y la represión de las voces de aquellos que viven alejados de los centros de poder, elementos todos estos que impiden el logro de los objetivos antes enunciados.

Asimismo postula que la educación es una “práctica comprometida que cuestiona las formas de subordinación que crean inequidades entre los diferentes grupos, rechaza las relaciones en el aula que descartan la diferencia como objeto de condenación y opresión y se rehúsa a condicionar el propósito de la escolarización a consideraciones económicas e instrumentales estrechamente definidas” (Giroux, 1974).

La discriminación y la violencia son realidades presentes en muchas prácticas educativas.

Es imperativo modificar esa situación a partir de la implementación de políticas públicas, mediante la democratización del currículo (incorporando la cultura de paz y la lucha contra la discriminación desde su análisis histórico, sociocultural y psicológico) como parte del proceso integral de democratización educativa.

En la Venezuela de hoy es necesario recuperar de los estudiantes sus experiencias y vivencias significativas, todo lo cual implica enfrentar y no evitar conflictos y contradicciones que se darán naturalmente en un diálogo de visiones diversas.

También se impone la necesidad de trabajar en la gestión escolar y en la formación profesional docente, aportando a los educadores insumos que les permitan trabajar estas problemáticas, integrándolas adecuadamente en los proyectos de aprendizaje.

Si la paz no pasa del discurso a la realidad educativa, creando condiciones de desarrollo y acceso a los bienes simbólicos con equidad, la discriminación y la violencia seguirán instaladas y reproduciéndose inexorablemente en la vida de nuestras escuelas y comunidades.

pabloefb@yahoo.com