Por Marcelo Barros|La ética manda a no obedecer (Opinión)

Todo ejército tiene como regla básica la disciplina y exige obediencia a los superiores. Sin embargo, en Israel no son pocos los jóvenes soldados que se niegan a matar palestinos. En Estados Unidos muchos jóvenes, principalmente negros e indios, no aceptan participar en la invasión de países extranjeros para hacer nuevas guerras. Esos jóvenes invocan un derecho individual asegurado por la ONU: la objeción de conciencia, derecho civil, reconocido por las leyes y Constituciones.

La ONU consagró el 15 de mayo para profundizar ese derecho y divulgar esa actitud pacifista. Solo se reconoce la dignidad humana donde la conciencia individual y la fe de cada grupo son respetadas. La objeción de conciencia es la actitud de quien, por convicción religiosa, social o política, se niega a usar armas y a participar de guerras y actos violentos. En todo el mundo, mujeres y hombres reconocidos como constructores de la paz y de la justicia fueron o aun son, en sus países, considerados rebeldes.

Para los budistas tibetanos, el Dalai Lama es la 14ª reencarnación del Buda de la Compasión; para el Gobierno chino, es un disidente. En América Latina el Premio Nobel de la Paz fue dado a Rigoberta Menchu y Adolfo Pérez Esquivel: ambos fueron muy hostilizados y perseguidos por los gobiernos de sus países. Gandhi y Martin-Luther King fueron presos como desobedientes. Para los cristianos los mártires eran santos, para el imperio eran subversivos e ilegales.

La objeción de conciencia es que la persona se niegue a cumplir una ley que hiere la conciencia o va en contra la vida. En algunos países, ciudadanos invocan el derecho de saber el destino de sus impuestos. Si el poder civil y político reconocen el derecho de objeción de conciencia, con mas razón las religiones e Iglesias deberían reconocer el derecho a la disidencia. En diversas tradiciones espirituales, la obediencia es valorada como escucha interior libre y responsable, enraizada en el diálogo franco y abierto. Según la Biblia, cuando las autoridades de Jerusalén prohibieron a los apóstoles hablar en nombre de Jesús, ellos respondieron: “…entre obedecer a Dios o a los hombres, es mejor obedecer a Dios”( At 5, 29).

La negación del derecho de la libertad de conciencia abre la puerta al fundamentalismo religioso, hoy responsable por tantos actos de intolerancia y hasta de violencia. Para la Biblia, la fe cristiana se caracteriza por la libertad interior y social. Pablo escribió a los corintios: “Donde hay el Espíritu del Señor, allí habrá libertad” (2 Co 3, 17).

* Es monje benedictino y teólogo; autor de 49 libros, entre los cuales Evangelho e Instituição. (Ed. Paulus).
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