Sostienen que el milagro económico solo favorece a un pequeño grupo de privilegiados|Exiliados dicen que la dictadura trastocó emocionalmente a la sociedad chilena

El comunicador popular Carlos Ricardo Cisterna escapó de la dictadura de Pinochet gracias a la solidaridad de mucha gente que logró abrirle paso hasta Argentina en 1974, de donde también tuvo que huir dos años después. Hoy lamenta que ese espíritu de solidaridad que le salvó la vida se haya resentido por efecto de la dictadura de Augusto Pinochet.

“Ese era un valor muy arraigado en el pueblo chileno, sobre todo entre la gente humilde, que siempre se ayudaba y se apoyaba. Eso se ha perdido, ya no se muestra de forma abierta como antes”, afirmó. Para él, “la dictadura fue un retroceso enorme desde el punto de vista humano” porque “destruyó las conquistas sociales y los gestos que unían al pueblo y que tuvieron auge con Allende”, derrocado a sangre y fuego el 11 de septiembre de 1973.

MIEDO Y LOBOTOMÍA

Cisterna asevera que el régimen de Pinochet “sembró en la gente el miedo a la acción colectiva que marcó el tiempo de Allende. Tanto así, que han pasado 30 años y en Chile se percibe el miedo a cualquier gesto de protesta o de reclamo. Es una sociedad atemorizada”.

Más cruda es la sentencia de la museóloga Carmen Hernández: “La dictadura representó una lobotomía para la sociedad chilena”.

“Una lobotomía te quita las capacidades de imaginarte de otra manera, de soñarte y sentirte como un sujeto integral”, sostuvo la investigadora. Su conclusión es que “la consecuencia más grave fue la reactivación de modelos de socialización profundamente conservadores”.

“Con Allende hubo un ánimo y un impulso de cambio social en muchos sentidos, por ejemplo, en cuanto a la pareja, que no se veía como un contrato de esposa y esposo sino como de compañera y compañero, como una relación afectiva. Eran formas de relación solidarias y horizontales, en las que todos éramos compañeros, menos atadas a ciertos modelos convencionales”, describió.

“Eso lo rompió la dictadura”, señaló Hernández. Al igual que Cisterna, considera que Pinochet “fue un retroceso”, porque “se regresó a los modelos más conservadores en cuanto la familia, la pareja, las relaciones en términos muy rígidos. Todos los sujetos que no se amoldaban a eso eran marginados y discriminados”

SOCIEDAD AFECTADA

La visión de Hernández, doctora en Ciencias Sociales, es la de una sociedad ética y afectivamente descalabrada. El pinochetismo “fracturó toda ilusión, todo sentido de esperanza e impuso unos modelos conductuales” que sustituyeron los derechos por premios: “La salud, la educación, la vivienda pasaron a ser premios para quienes demostraran tener una conducta adecuada con el modelo”.

Esa “conducta adecuada” se traduce en “ser competitivo, en aspirar a un modo bienestar que no tiene sentido social ni es percibido como un derecho sino como un privilegio, un premio que se te otorgará por tu buen comportamiento”, señaló.

Aseguró que esa es la actitud que prevalece hoy en día en su país natal. Y a eso atribuye la causa de que “en Chile el índice de suicidios ha aumentado tanto que se ha convertido en un problema de salud pública. En un centro de atención al que tuve que ir, me explicaron que el asunto es tan grave que si una persona comete intento de suicidio se le brinda atención y se le entregan gratuitamente todos lo medicamentos que se le prescriban. Eso en un país en el que para todo hay que pagar”.

La opinión de Cisterna es similar a la de Hernández, el locutor sostiene que el miedo ha sembrado el recelo entre las personas, y que “el modelo neoliberal lo que promueve es la competencia por encima de la fraternidad o el esfuerzo colectivo, es una sociedad alejada de los valores más humanos”.

NO HAY MILAGRO CHILENO

Cuando se les preguntó cómo se explica que se hable con tanto énfasis del “milagro chileno” como un ejemplo, Hernández y Cisterna dieron la misma respuesta. Ambos aseguran que se trata de algo que no se corresponde con la realidad. Dicen que si hay alguna bonanza, solo un “reducido grupo” la disfruta.

“Lo que muestran son unos números que indican que hay una buen crecimiento económico, pero la gran mayoría no se beneficia de eso. Hay un crecimiento del poder de los mismos grupos exclusivos de siempre. Es verdad que hay nuevos empresarios y otras incitativas, pero nada más”, sostiene Hernández.

“Siempre muestran unos números que dicen que son muy buenos. Eso no es lo que vive el pueblo chileno. La gran mayoría vive muy mal y tiene muy difícil el acceso a la salud, a la educación. Pero además, cómo pueden ser buenos unos números logrados a costa de la sangre y los derechos del pueblo. Eso es una barbaridad”, acusa Cisterna.

Hernández asevera que más que un bienestar económico, “en Chile lo que hay es una interferencia cada vez mayor de las exigencias de una cierta lógica económica en las relaciones humanas, en la vida de la gente”.

T/Carlos Ortiz
F/Archivo CO

La engañifa de los números crean un espejismo no solo en el exterior sino también a lo interno, pero en concreto el pueblo no percibe nada de esa ilusión numérica, todo se queda en un reducido grupo económico.

  • el modelo neoliberal lo que promueve es la competencia por encima de la fraternidad o el esfuerzo colectivo, es una sociedad alejada de los valores más humanos”.
    El modelo colectivo debe imponerse.Se necisita que sea eficaz.
    Debe cumplir unos indicadores de gestiòn, de produciòn minima para que pueda haber alimentos, ropa, servicios para todos.
    Hay que buscar dentro de la solidaridad la respuesta positiva para producir.
    Educar para esto. Entrenar para la productividad.