Recopilan información en todo el país para reconstruir su obra|Fundación Carlos Escarrá Malavé promueve el legado del abogado de la Revolución

A pocos meses de su creación, la Fundación Carlos Escarrá Malavé avanza progresivamente en su tarea de promover los valores y las enseñanzas del abogado, político y docente de quien esta ha tomado su nombre.

Carolina Escarrá Gil, hija mayor del jurista fallecido el 25 de enero de 2012 y directora de la fundación que ideó junto con su madre y hermanos, dijo al Correo del Orinoco que, en una primera etapa, la tarea inicial es recopilar toda la información acumulada.

“Estamos recopilando toda esa información de tantos años, de tantos grupos, de tantas luchas, de todos los roles y espacios donde papá estuvo metido. Él no era solo político, abogado y profesor, también se desempeñó en diferentes esferas de trabajo”, esbozó.

Apuntó que en todo este tiempo han logrado reunirse en Aragua, Miranda, Zulia y Caracas con parte de sus equipos políticos para adelantar el trabajo. “En Cojedes nos han dado mucha información de lo que fue su paso por Militantes de la Esperanza, que se creó entre los años 2003 y 2004”, agregó.

También han sostenido encuentros con el ministro de Deporte, Héctor Rodríguez y con varios grupos de jóvenes, apunta Carolina Escarrá. “Todos ellos nos han abierto un abanico de experiencias, de anécdotas, de conocimientos, pero es mucho lo que falta por hacer porque papá era una persona de proyección nacional”, alegó.

Luego de organizar todo el material encontrado, el próximo paso es que la información llegue al pueblo mediante los Consejos Comunales, las Salas de Batalla Social, centros comunitarios, cooperativas, etc, sostiene la politóloga, quien además no descarta la posibilidad de relacionarse con otras fundaciones  para llevar fuera del país el mensaje de Carlos Escarrá.

CERCANÍA CON EL PUEBLO

Como parte de las tareas asumidas por la fundación, también está previsto crear un espacio de exhibición para mostrar, además de sus fotografías, los libros escritos por él, material audiovisual e impreso sobre sus distintas intervenciones públicas y todos aquellos objetos que coleccionaba, unos adquiridos particularmente y otros obsequiados por el pueblo y las instituciones. “La idea es que la gente se sienta cercana a él”, afirmó.

Aunque la fundación no cuenta con recursos propios para su funcionamiento, los integrantes de la familia Escarrá Gil aportarán parte de sus ingresos personales para intentar darle una sede a esta sala de exposiciones. “Papá nos enseñó mucho a ahorrar y no gastar, porque además teníamos que dedicarnos a estudiar y trabajar”, dijo Carolina en tono jocoso, pero asumiéndolo como un hecho muy certero.

Comentó que este espacio, que debería ser sencillo y estar preferiblemente ubicado en el centro de Caracas, servirá como punto de encuentro para analizar y promover el legado que Carlos Escarrá dejó como herencia a las venezolanas y los venezolanos.

ECLECTICISMO ICONOGRÁFICO

La oficina de Carlos Escarrá permanece casi intacta a como la dejó hace un año “antes de haberse sembrado, como dirían los comunistas”, afirma su hija Carolina. Además conserva muchos de los objetos que coleccionaba, los cuales denotan parte de su personalidad.

Diversas imágenes religiosas colocadas en el recinto, dan luces sobre su pensamiento ecléctico, reconoce la primogénita: “Estaba abierto a todo. Decía que no creía en Dios pero ahí tenía a su virgencita, además estaba con su santería. Él era muy ecléctico, no creía en nada pero a la vez creía en todo”.

Asume que Carlos Escarrá era de religión humanista, “porque creía en el ser humano, pero además era bolivariano”. Ese rasgo es fácil de identificar ante las distintas formas y versiones de Simón Bolívar presentes en el que fue su espacio de trabajo por varios años.

Esa pasión por Bolívar fue inculcada por Escarrá en su familia en todo momento, recuerda Alejandro, el segundo de sus cuatro hijos. “Había muchos libros de El Libertador en la casa y cuando estaba castigado me daba uno de esos libracos de yo no sé cuántas páginas y me exigía leerlo para discutirlo en la noche, un castigo desproporcionadamente hermoso”, reflexiona en la actualidad.

Simón Bolívar, El Ché Guevara y Alí Primera fueron personajes significativos en la vida de Carlos Escarrá, precisó. “De Bolívar y el Ché nos contaba historias infinitas, su valor, su visión, su acción, su determinación histórica; y en Alí estaba la ternura y fuerza de su canto, es imposible escuchar a Alí y no dejar que una lágrima gravite entre los ojos y el alma”, asintió.

En la pared del fondo de la oficina, un inusual y llamativo cuadro transmite otro mensaje. Posiblemente esa haya sido la manera como él habría entendido el concepto de justicia en algún momento de su vida, “encarnada por una mujer desnuda, con el cabello al aire, blandeando una espada, sin una venda en los ojos y pisando una balanza”, describió Carolina Escarrá.

Otra obra pictórica de unas hermanas wayú, colocada en un lugar visible del recinto, evidencia el interés que tuvo Carlos Escarrá por la cultura aborigen. “Él también creía mucho en la cosmogonía indígena y la defendió en los diferentes espacios donde pudo”, precisó.

RIGUROSIDAD Y VALORES FAMILIARES

A un año de la muerte de Carlos Escarrá, sus hijos recuerdan las enseñanzas que el jurista les dejó. Alejandro asegura que desde hace aproximadamente 5 años entendió que la relación con su padre había sido “hermosa”. Antes pensaba que ésta había sido “sumamente difícil”.

“Tuve un padre ultra exigente, a mi hermana Carolina y a mí nos aplicaban la doctrina ‘aquí se saca 20 o 19, de ahí para abajo amerita castigo’. Una vez lo flexibilizó a 18 porque nos enseñó sus calificaciones del postgrado y tenía todas en 20 y una en 18. Eso te habla de un padre que quiere lo mejor, exige lo mejor y daba lo mejor”, expresó el también abogado constitucionalista.

Ya de grande, rememora, la relación con su padre fue muy distinta. “Puedo decir que en los últimos 6 o 7 años fuimos amigos, una amistad que nos llevó a compartir sentimientos, despechos y anécdotas”.  Enfatizó que la confianza fue tan grande que llegaron a experimentar un nivel en el que el padre puede hacerle confesiones a un hijo, y un hijo puede hacérselas al padre “con total desprendimiento de prejuicios y ataduras”.

Señaló que, como abuelo, Carlos Escarrá mantuvo la misma actitud amorosa que ofreció a sus hijos. “Tuve la suerte de darle dos bellas nietas, y aunque a la última, Maya (hoy 2 años), no la pudo disfrutar casi nada, a Maroa (hoy casi 4 años), la vio nacer, estuvo conmigo en la clínica cuando vino al mundo y tuvo la oportunidad de compartir con ella, de escribirle, de recitarle”.

CONSECUENTE CON SU PENSAMIENTO

Luz María Escarrá, la tercera de sus hijas, destaca por su parte que de su padre aprendió, entre muchas otras cosas, que las personas tienen que ser consecuentes con sus pensamientos y sus acciones, tanto en su rol individual como familiar, por eso él  siempre esperó lo mejor de sus hijos y respetó sus decisiones.

“El estudiar en la UCAB trajo sus consecuencias y así como el me respetó esa decisión, dejó claro que las consecuencias las tendría que afrontar yo, como de hecho lo hice. Recuerdo una manifestación espontánea que se generó en la UCAB, en la que ya se sabía lo que ocurriría desde días antes, y papi como padre me pidió que no fuera porque sabía que sería complicado, pero yo decidí ir. Fueron momentos difíciles, no por el hecho como tal, sino por las implicaciones personales”, recuerda.

Si algo era constante en la familia Escarrá Gil era el diálogo y el consenso. “En mi hogar se consultaban muchas cosas. Papi era muy consentidor y rochelero, por consentirnos nos preguntaba qué queríamos, a dónde ir, qué hacer, pero cuando habían discusiones nos incentivaba a llegar a un acuerdo, a dialogar y a consensuar”, esgrimió.

Luz María, quien también siguió el ejemplo de su padre, madre y hermano al escoger el derecho como su campo de desempeño profesional, confiesa que éste siempre trató de igual manera a todos sus hijos, “pues las reglas eran las reglas, para bien o para mal”.

Carlos Escarrá fue muy detallista y muchas veces se anticipaba en saber lo que querían sus hijos: “Siempre estaba un paso adelante, sabía hacer que uno sintiera que era lo más importante para él, especialmente en la última etapa, donde tenía menos tiempo, esos minutos que compartíamos daban la sensación de que el mundo se detenía y era suficiente”.

Pese a todas estas virtudes, a veces había una actitud en Carlos que su hija Luz había deseado que suprimiera. “Papi era muy melancólico, él se guardaba los dolores y se le veían en ojos, en sus canas, en su alma. Eso es algo que me hubiese gustado borrar, su melancolía”.

Considera que la vitalidad, alegría y pasión eran los mayores atributos de su padre, pero en ocasiones estos se veían mermados con esa melancolía que, de momentos, “lo aislaba con la mirada puesta en el infinito, como conteniendo una lagrima”.

Texto/Héctor Escalante
F/ María Isabel Batista – Miguel Romero

F/ María Isabel Batista – Miguel Romero

Que hermosos recuerdos de sus hijos para un hombre que vivio amando la vida y a los seres que pueblan la tierra. Carlos Escarra vives por siempre