Guerras del pueblo de Néstor Rivero|Gasolina no inflamable (Opinión)

Decir que ‘un litro de gasolina en Venezuela vale menos que un litro de agua mineral’, es una expresión vacua, que por sí misma nada indica. Es como comparar mangos con piñas para señalar que el precio de un kilo del primer fruto es inferior al segundo.

Y eso no dice nada a los efectos del estudio con rigor de ciencia económica. Lo mismo ocurre con el cacareado ‘aumento del litro de gasolina’ que algunos voceros asumen como si se tratara de un juego de boliches en el cual nada se apuesta y por lo tanto nada arriesga quien tercie en el lanzamiento de los bolos.

No hay precipitación en el tema, indicó el Presidente Nicolás Maduro este 6 de enero en acto de salutación de las autoridades de la Asamblea Nacional realizado en el Palacio de Miraflores. Se debe dar un debate nacional en la materia, dijo. Eso es lo pertinente. Y en ese sentido nos permitimos asomar algunas ideas.

Primero, cualquier medida destinada a reducir los subsidios al consumo de la gasolina, que sería comprensible sin duda, debe inscribirse dentro de una estrategia que contrarreste la tendencia de inflación inducida que colonizó buena parte del modelo terciario y de prestación de servicios del país por parte del sector privado. Se trata, en este aspecto, de derrotar esa especie de “fantasma” que presiona al alza de los precios simplemente porque sus auspiciadores consideran que deben precaverse antes de que el costo de los insumos se incremente.

Ellos, importadores, almacenadores e intermediarios, elevan los montos a todo producto que ofrecen a la cadena comercial, hasta llegar al minorista y éste, último eslabón, se vería compelido a añadir una porción extra al precio de cuanto ofrece al consumidor final “porque subió la gasolina”.

Se debe evitar por toda vía que el ajuste eventual de la gasolina se convierta en “coartada” para que el vendedor de frutas en su tablón y el expendedor de dulce casero de coco en la carretera, digan que ahora todo cuesta más porque “subió la gasolina”.

En segundo lugar, un primer lapso extendido de cualquier ajuste del hidrocarburo debe excluir al transporte público, de modo que no se de motivo al alza de las tarifas “porque subió la gasolina”.

nestor5030@gmail.com

Si soy transportista y el combustible sube, obviamente que eso tiene un efecto sobre mis costos. No hay manera de que eso no sea así. Es lo mismo que si suben los cauchos, suben los repuestos o sube la comida que consumo.
La pregunta es, ¿cuánto va a subir? Para llegar al costo de producción y distribución de la gasolina, tendría que subir bastante.
Supongamos que el litro llegue a un bolívar, ahora en mi vehículo con un tanque de 100 lts voy a gastar BsF 100 en lugar de 10. Eso es verdad sea para el transportista privado o para el público. No es un «fantasma» como lo afirma el articulista, es que al ir a la bomba, tendré que pagar 10 veces más que ahora. No es que me esté «precaviendo», es que TENGO QUE PAGARLO. ¿Eso no incide en los costos?