El gobierno federal de Estados Unidos planea clausurar nueve estaciones de control fronterizo, un cambio de estrategia que -paradójicamente- presupone mayor supervisión policial en áreas limítrofes con México y Canadá.
Las postas de vigilancia que cerrarán están ubicadas en Texas (seis), California, Montana e Idaho. En los próximos seis meses más de 40 agentes especializados serán trasladados a garitas instaladas en perímetros más cercanos a las fronteras.
Según un comunicado de la Agencia de Protección en Fronteras (APF), la decisión de Washington significa la presentación de un nuevo enfoque logístico respecto a lo que antes se conoció como «segunda línea de observación antiinmigrante».
Voceros de la APF explicaron que todos los centros ubicados a cientos de kilómetros de los bordes jurisdiccionales serán trasladados a locaciones más funcionales y cercanas de los objetivos.
Además, con el cambio, la administración del presidente Barack Obama prevé ahorrar un millón 300 mil dólares al año por concepto de mantenimiento de emplazamientos.
Unos 11 millones de inmigrantes indocumentados viven en Estados Unidos, y la mayoría de ellos esperan por una actualización en las leyes migratorias, una de las promesas enunciadas por el jefe de Estado demócrata desde 2008.