El evento tiene su raíz en una tradición de más de 60 años|El Hatillo le dio la bienvenida culinaria a la navidad con la feria Mi primera hallaca

El sábado 28 y el domingo 29 de noviembre le dieron la bienvenida culinaria a la navidad en el pueblo de El Hatillo con la feria Mi primera hallaca, que cada año tiene lugar en la conocida “cuadra de las hallacas”, al comienzo de la calle 2 de Mayo, donde cinco familias lugareñas se dedican desde hace más de 60 años a elaborar de manera artesanal y comercializar, no solamente el tradicional condumio, sino también casi todas las preparaciones previas para su elaboración final.

Laura León, hija de Angelina Vegas de León, quien comenzó con esta tradición a comienzos de los años 50 del siglo XX, aclaró que la feria Mi primera hallaca, se comenzó a realizar de manera institucionalizada y con el apoyo de la alcaldía de El Hatillo desde hace unos cinco años.

“El evento que se conoce como la feria es cuando estas cinco familias sacamos mesas, ponemos toldos y ofrecemos las hallacas, los bollos navideños y dulces tradicionales como el de lechosa y la torta navideña. Eso lo hacemos el último fin de semana de noviembre para que la gente se coma aquí su primera hallaca de la temporada navideña”.

UNA TRADICIÓN

Desde los años 50 de la centuria pasada las familias León, Torres, Purroy, Coronado y Montilla comienzan desde octubre a preparar y vender la masa ya lista para la multisápida, elaborada con maíz pilado que se procesa de manera artesanal para luego crear la masa aderezada con el onoto, la sal, el caldo de gallina y la manteca de cochino, ingredientes que pueden variar de acuerdo a las exigencias de cada cliente.

Aparte de esto venden el guiso, las hojas de plátano ya seleccionadas, cortadas y limpias y por supuesto la hallaca preparada y los bollos. El negocio se ha extendido con el tiempo y ahora -aparte de expender dulces, tortas y otros postres de la tradición navideña venezolana- algunas de las familias, como los Purroy, ofrecen hasta adornos navideños para el hogar.

Inicialmente Angelina Vegas vendía solamente arepas y empanadas a base de maíz procesado completamente en casa, de manera artesanal. “Cuando yo me casé (en los años 50) la gente en El hatillo no hacía hallacas en diciembre”, recordó al Correo del Orinoco.

Ella, que aprendió de su madre, comenzó a hacer las hallacas primero para su casa y luego para la venta, hasta que un buen día una clienta le sugirió comprarle la masa para hacer sus propias hallacas. Así Angelina Vegas comenzó esta práctica, con la ayuda de su vecina Socorro Coronado.

La idea de vender las preparaciones previas, más complejas y trabajosas, para elaborar las hallacas, resultó todo un éxito y la demanda creció; esto permitió que Coronado comenzara a trabajar por su cuenta y estimuló la incorporación progresiva del resto de las familias vecinas en esta tarea. De esta manera nació la muy popular “cuadra de las hallacas” de El Hatillo.

TODOS PARTICIPAN

Laura León contó que en un principio su madre molía el maíz a mano y la demanda sobrepasaba su capacidad de producción hasta que el padre de la familia, Ramón León “que era como una especie de MacGyver”, le instaló al molino un motor de lavadora para agilizar el proceso.

A ese primer molino, acotó Laura León, le pusieron el nombre de Pata e’ Rolo y todavía está funcionando, junto con otras seis máquinas eléctricas. Y aunque Ramón León intento “automatizar” también el proceso de amasado con una máquina similar a la usada en las panaderías, no lo consiguió.

“La única manera de amasar el maíz procesado es a pulmón. No existe otra forma”, aseguró León.

Esta imposibilidad de agilizar el amasado y otros procesos exige la participación de varias personas para poder satisfacer la demanda de clientas y clientes que cada año se acercan a El Hatillo para adquirir estos productos. La solución de todo esto es la participación de toda la familia.

En el caso de los León, todas las hermanas y todos los hermanos, junto con primas, primos, sobrinas, sobrinos y tías apartan un tiempo en la época decembrina para trabajar en el negocio familiar.

“Acá todos somos profesionales; hay médicos, ingenieros, fitotecnólogos y yo que soy licenciada en educación y en diciembre todos los hermanos nos encontramos, compartimos y nos dedicamos a esto”, celebró Laura León.

Es así como durante una feria de Mi primera hallaca se puede ver en la casa de la Familia León a Andrés, Beatriz, Marina, Luis Eduardo y Laura, junto a la madre, la señora Angelina, acompañados primas, primos, sobrinas y sobrinos.

MÁS QUE UNA FERIA

Más allá de la actividad identificada con el título de Mi primera hallaca, celebrada el último fin de semana de noviembre de cada año, el público puede encontrar la masa y las hojas listas para las hallacas desde octubre hasta finales de diciembre.

En el caso de los Purroy, venden de todo hasta el 30 de diciembre. Mientras que los León venden masa hecha a base de maíz proveniente del mercado de Coche y las hojas de plátano de Aragüita hasta el 22 de diciembre, y las hallacas y los bollos ya preparados hasta el 30 de diciembre.

LOS PRECIOS

Aunque con la situación económica del país los precios pueden variar de acuerdo con los proveedores, los León esperan mantener los precios lo que queda del año:

Masa de maíz ya lista para las hallacas (puede ser a gusto del cliente) Bs. 220 por kilogramo.

Masa de maíz blanca: Bs 150 por kilogramo.

Hojas de plátano seleccionadas, cortadas y limpias Bs 260 por kilogramo.

Hallacas listas para comer: Bs 900.

Bollos listos para comer: Bs 450.

Dulce de lechosa: Bs 350 el frasco.

T/ Luis Jesús González Cova
F/ José Luis Díaz
Caracas
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