El río Magdalena, uno de los símbolos de la identidad colombiana, se encuentra herido de muerte al convertirse en un basurero por los desechos y combustibles vertidos día a día en sus aguas.
Ese es el panorama que presenta un informe de la Procuraduría de la República, que califica de extremadamente grave la situación por la falta de articulación de los recursos oficiales para proteger la arteria fluvial más importante del país, con influencia directa en más de la mitad de los municipios colombianos.
Atrás quedaron los tiempos narrados por Gabriel García Márquez en sus crónicas y en sus memorias Vivir para contarla, cuando el tránsito por las aguas entonces transparentes del Magdalena era una fiesta constante en sus viajes desde la costa caribeña hasta la Bogotá oscura, de llovizna pertinaz, que lo aguardaba.
Sobre ese Magdalena caen ahora los desechos de los mataderos locales, una fuente de alta contaminación que repercute en los índices de morbilidad de la población ribereña.
Según datos de la Procuraduría, el 27 por ciento de los municipios ubicados en la cuenca del río reporta daños en sus plantas de potabilización y, como consecuencia, el tratamiento de sus aguas es extremadamente bajo.
De acuerdo con el informe oficial, el 63 por ciento de esos municipios carece de «un plan de manejo para los mataderos y solo un 25 por ciento empezaron a crear plantas de sacrificio».
La minería es otro de los factores agravantes en la degradación del Magdalena, por la concentración en su cuenca de exploraciones en busca del llamado oro de aluvión, con un control de 15 por ciento sobre el uso de mercurio y cianuro empleado en esas operaciones, que envenenan el río sobre todo en el sur del departamento de Bolívar.
El informe sólo registra las señales de alerta roja en torno al daño ecológico que sufre uno de los patrimonios naturales más preciados de Colombia.
Ante la falta de información suficiente sobre el tema, se limita a señalar que «existe 85 por ciento de probabilidades de que las autoridades no sepan cómo enfrentar una posible emergencia ambiental».