De nuevo la hipocresía imperial estadounidense ha hecho gala ante la 69° Asamblea Anual de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Estados Unidos, el mayor emisor de gases contaminantes al Medio Ambiente; EEUU el que más ha violado la Carta de Naciones Unidas; EEUU el que pisotea sistemáticamente la Declaración Universal de los Derechos Humanos provocando innumerables bajas civiles que sus voceros llaman “daño colaterales” cuando invade países o envía a sus drones asesinos cargados con misiles “inteligentes” para “luchar” contra sus propios terroristas.
Estados Unidos el que interpreta de acuerdo a sus intereses los Estatutos de Roma para intervenir en los conflictos internos que experimentan muchos países en el mundo, financiando a grupos mercenarios y promoviendo golpes de Estado; EEUU el que se considera el policía mundial, etc., pretendió dictar al mundo lecciones de moral y ética, pero también demostrar su “compromiso” con la paz y la democracia.
El Premio Nobel de la Paz (de los sepulcros) tuvo ocasión para su tan esperado show.
Barack Hussein Obama repitió el mismo discurso de su antecesor inmediato George W. Bush, Bill Clinton, George Bush padre, Ronald Reagan y de todos los viejos inquilinos de la Casa Blanca “la paz del planeta depende de EEUU (…) derrotaremos a la amenaza terrorista (…) seguiremos apoyando a las fuerzas democráticas en Venezuela, Siria y en el mundo, bla, bla, bla…”. Y las focas aplaudieron.
¿Acaso no ha sido precisamente EEUU el mayor promotor de las guerras y terrorismo en el mundo? ¿Cómo puede Obama diferenciar entre terroristas buenos y terroristas malos?