Hoy afirmar que estamos frente a una guerra económica es llover sobre mojado. Se trata de derrotarla enfrentando tenazmente al sector plutocrático que la ha generado y avanza firmemente para alcanzar su objetivo: derrocar al obrero presidente Nicolás Maduro y liquidar al chavismo como proceso de construcción del socialismo bolivariano del siglo XXI, hechura ideológica y praxis del comandante Hugo Chávez. Nos corresponde enfrentar esta guerra económica, abiertamente y sin concesiones.
Esta guerra económica tiene como ejes fundamentales: a) el desabastecimiento programado; b) la ralentización de toda la cadena de producción, distribución y comercialización; c) sobreprecio, desconocimiento impune de los precios justos y presión para que la Sundde ceda al chantaje de la producción a cambio del aumento de precios al consumidor y usuario; d) imposición de la plataforma paralela de cambio, DólarToday, sin sustento ni basamento objetivo, que mueve el mercado paralelo o ilegal de divisas, para provocar una hiperinflación como la actual, a la vez que disparar la riqueza súbita de la plutocracia involucrada en esta treta macabra en sociedad con la neoburguesía de funcionarios reclutados y concertados sobre la base de la ambición de corruptos.
Valdría la pena prestar atención que apenas el presidente de la Asamblea Nacional (AN), diputado Diosdado Cabello, anunció que durante su visita a Brasil se acordó comprar productos de higiene y alimentos para importarlos a Venezuela, cierta transnacional quedó puesta al descubierto en su boicot y a la presente fecha buscan cómo remendar el capote de su chantaje. Esta medida gubernamental tardía no es suficiente, aunque es un gran avance.
Igual debemos atacar el desabastecimiento, la especulación y la usura al detal; es decir, comercio por comercio, rubro por rubro, de manera masiva, no solo el Gobierno Nacional, sino también dándole un parao a la abulia de ciertos gobiernos regionales y locales, que solo montan shows mediáticos para la galería pero son celestinos de los responsables de esta guerra económica.
Además es tarea de todos nosotros, como ciudadanos, apoyar al presidente Nicolás Maduro en esta ardua lucha, pasando del rumor, de la rabia y el pasivismo, a la acción que nos lleve a transferir a los Consejos de Trabajadores los comercios y servicios que hemos de confiscar a los maulas que atacan al pueblo y a la Revolución, desde la quiebra económica a la que nos quieren llevar. No tenemos otra opción como pueblo. Lo hacemos o ellos nos derrocarán acumulando fuerza a partir de esta conspiración económica.
Igualmente, a los funcionarios encargados de lo económico-financiero, sobre todo a los responsables de la iniciativa de homologar el precio de la tasa Simadi con la que partió el cambio al igual que la del DólarToday, no les importará que los organismos de seguridad de Estado, escarben, más que sus cuentas bancarias personales y propiedades a su nombre, las de sus primos, amantes, compadres y afines, pues al homologar estas dos tasas se legitimó el mercado paralelo con el “dólar golpista” y al día siguiente aumentó 100 bolívares más, hasta llegar a esa hiperinflación inflada, que hoy todos estamos pagando, tanto el pueblo como el Gobierno, sin más culpa que la de ser tolerantes con estos golpistas y corruptos.
Y si la oferta del Simadi de manera inesperada una mañana de éstas cayera a 90 bolívares por dólar, unos corruptos quebrarían y otros delincuentes asociados se pondrían al descubierto.