Por Pablo Fernández B|La imprescindible transformación policial (Opinión)

En el año 2006 el presidente Hugo Chávez, consciente de la necesaria transformación que exigían las instituciones policiales heredadas (tanto las ostensivas como el Cicpc), creó la Comisión Nacional para la Reforma Policial (Conarepol) en un claro impulso por comprender qué ocurría en la profundidad de estas instituciones, darle un piso científico a las nuevas políticas policiales y definir con base en la consulta con el pueblo la dimensión político-ideológica, los estándares de prestación del servicio y las necesidades de profesionalización de los funcionarios responsables del mismo, en los niveles operativos, de supervisión y estratégicos.

Desde aquella fecha y en un periplo lleno de dificultades, contradicciones y resistencias, se avanzó en la caracterización de la policía y en la construcción del marco normativo necesario (por primera vez se genera derecho policial en Venezuela), así como en la conceptualización de un nuevo modelo policial, acorde a los tiempos, desafíos y sobre todo principios guías en una sociedad encaminada al socialismo democrático, en la que la prestación de servicios de calidad y con pertinencia, la formación integral en el contexto de la profesionalización de la carrera policial, así como la vinculación con los planes de desarrollo nacional y la cooperación internacional fueron elementos claves identificados en el modelo.

Estos principios, que resultan de la coherencia vinculante entre un modelo de país y las instituciones que deben existir en él, se convierten en factor imprescindible para contrarrestar enfoques ya experimentados pero de ardua resistencia, fundados en una mentalidad altamente corporativista, cómplice, represiva, desvirtuadora de la labor policial y profundamente agresiva frente a cualquier acción de control formal interno o externo.

Estructuras policiales que a pesar de los esfuerzos por transformarlas, siguen siendo altamente permeables a prácticas y dinámicas delincuenciales, como lo vuelven a evidenciar los hechos lamentables que costaron la vida de Robert Serra o la masacre ocurrida en Quinta Crespo; casos estos que nos devuelven en el recuerdo a los crímenes de los hermanos Faddoul, el empresario Filippo Sindoni, Barrio Kennedy y cientos más que dieron origen a este esfuerzo por arrancar de raíz ese modelo policial profundamente corrompido.

Se ratifica la convicción que aún hay mucho por hacer y corregir para tener la policía digna que como país nos merecemos.

pabloefb@yahoo.com

Es muy cómodo esperar a que las cosas sucedan para luego fungir de pitonisos. Ahora, cuaando se está destapando la cajita de pandora, todo el mundo sabía lo que pasaba, tutumundi lo sospechaba desde un principio… entonces ¿por qué coño nadie decía nada? Así es facilitooo ser revolucionario, quedando bien con Dios y con el diablo. La gracia está en hacer las críticas a tiempo, corriendo todas las consecuencias del caso, lo demás es oportunismo, descarado oportunismo.