Tras seis días de visita del Sumo Pontífice|Jóvenes católicos despiden al Papa con la esperanza de una nueva Iglesia

El Papa Francisco se despide de América Latina tras seis días de encuentro con jóvenes en el marco de la Jornada Mundial de la Juventud en Río de Janeiro. Una jornada que para el Papa también incluyó reuniones con autoridades políticas, eclesiales, empresarios, habitantes de una favela e indígenas.

La agenda concebida por su predecesor, Benedicto XVI, fue modificada por este nuevo Pontífice que promete cambios en la estructura de la Iglesia, tras una fuerte crisis que terminó con la renuncia de Joseph Ratzinger, la primera dimisión tras 598 años.

Los jóvenes también se despiden en Río de Janeiro, con nuevas esperanzas alimentadas por discursos religiosos y políticos del nuevo Papa. “Justicia social”, “humanidad en la economía” y “una Iglesia pobre para los pobres” fueron frases que llenan de esperanza a los creyentes de un continente cuya religión mayoritaria es el catolicismo y donde el 36 por ciento de los jóvenes vive en la pobreza.

Con esos pobres también se reunió Francisco, los de las favelas de Río de Janeiro. Esas que se mezclan entre hermosos edificios y un paisaje paradisíaco de cerros verdes, rocas y playas. Las que recuerdan, incluso a los turistas, que en medio de tanta maravilla millones viven sin acceso a alcantarillados, salud, limpieza, salarios dignos, ni educación. Esos marginados hoy luchan porque los quieren desalojar de sus barrios para trasladarlos a la periferia y así alejarlos del ojo turista.

Esos pobres estuvieron con el Papa. «Cuando se supo que usted venía las calles fueron asfaltadas, los basureros mejor distribuidos y fueron hechas otras mejoras, algo que no estaba en nuestro cotidiano”, dijo el habitante de la Favela Varginhia, el escogido para hablarle al Pontífice. Aseguró que están olvidados por la sociedad y por las autoridades públicas, muchas de ellas católicas.

Son las injustas realidades las que han provocado protestas desde junio por mejores servicios públicos para todos los ciudadanos, en una ciudad que gasta muchos recursos en mega eventos, olvidándose de sus habitantes. Alrededor de 52 millones invirtió el Estado de Río de Janeiro en este evento religioso.

Protestas que, con diferentes detonantes, han estallado en distintos rincones del mundo confluyendo en los mismos gritos: basta de desigualdad, basta de violencia, basta de pobreza, basta de un sistema económico que ahoga a la mayoría de los ciudadanos.

«Entre la indiferencia egoísta y la protesta violenta hay una opción posible: el diálogo”, fue la respuesta de Francisco a estos estallidos sociales. Palabras entregadas en un encuentro con la sociedad civil, donde se encontraban muchos empresarios presentes.

Las esperanzas renacen entre muchos católicos, incluso entre los más críticos: los seguidores de la Doctrina Social de la Iglesia. “Es muy joven, tiene un lenguaje actual, moderno, que cautiva a los jóvenes y con seguridad va a cambiar mucho la cara de la Iglesia católica en los próximos años. Es un Papa que va a dejar mucho en la historia. Va a marcar la historia”, dijo un joven en conversación con teleSUR durante la última misa del Papa en Copacabana.

En los años 60 y 70, sacerdotes en poblaciones defendieron a los pobres y lucharon con ellos contra la crueldad de las dictaduras en Brasil, en Chile y en otros puntos de América Latina. Pero lo que la Teología de la Liberación conquistó, Juan Pablo II lo borró. Es así como en otros países, como Argentina, la alta curia es cuestionada hasta estos días por el apoyo que dio a sangrientas dictaduras y por la persecución a sacerdotes más progresistas.

Hoy un sacerdote argentino, un Papa latinoamericano, llama a los jóvenes a cambiar el mundo. “Llevar el evangelio es llevar la fuerza de Dios para arrancar y arrasar el mal y la violencia; para destruir y demoler las barreras del egoísmo, la intolerancia y el odio; para edificar un mundo nuevo.

Jesucristo cuenta con ustedes. La Iglesia cuenta con ustedes. El Papa cuenta con ustedes», fueron sus últimas palabras al concluir la misa en la Playa de Copacabana. Más de dos millones de personas las escucharon en ese lugar. En el mundo, otros millones. Ahora, muchos esperan esa acción transformadora sobre una Iglesia cuestionada por su moralidad rígida, sus escándalos de pederastia y corrupción.

T/Telesur