Columna Canalla mediática|Lecturas de aeropuerto (Opinión)

Leer El Nacional en la sala de espera de un aeropuerto puede ser un excelente pasatiempo para pasajeros embarcados por su línea aérea y, adicionalmente, un salvador tema para columnistas con las ideas acaparadas por la falta de creatividad.

¡Diez bolos cuesta ahora El Nacional! Con razón los periquitos australianos de mi vecina extrañan tanto los editoriales de Miguel Henrique y los artículos de Milagros Socorro.

Leyendo El Nacional me enteré que Elizabeth Fuentes, además de periodista, locutora, dramaturga y actriz, es también la cronista oficial de ese portento intelectual llamado Boris Izaguirre, cuyo mayor mérito literario es haber mostrado las nalgas por televisión.

Me reconfortó comprobar que Zapata sigue publicando sus “Zapatazos” en El Nacional, pero me extrañó no ver a Coromotico en sus caricaturas. Después me enteré que se había distanciado de su creador y que ya no vive en las barracas que habitó en tiempos del Puntofijismo. Ahora es la feliz propietaria de un apartamento de la Gran Misión Vivienda que le asignó la Revolución Bolivariana.

Me encantó la cartelera teatral de El Nacional con lo mejor de la dramaturgia universal: “Mujeres Infieles”, “Orgasmos”, “¿Loca Yo?”, “Sola Pa’ Ellas”, “Como Ser Infiel”, “El Show del Pene” y “Como Mandar a tu Pareja al Carajo”. ¡Pura cultura!

La nostalgia de reencontrarme con el periódico en el que hice mis pasantías estudiantiles fue interrumpida por el anuncio del altavoz que me trajo de vuelta a mi condición de pasajero extraviado en un terminal aéreo, leyendo un diario que alguna vez fue ejemplo de buen periodismo y que, por ironías del oficio, había salvado mi semanal reflexión sobre la canalla.

T/ Armando Carías
armandocarias@gmail.com