Por Alfredo Oliva|El magnate (Opinión)

Un magnate es una “persona muy rica e importante por su cargo o por su poder, especialmente en el mundo de los negocios, la industria o las finanzas”.

El magnate Donald Trump es el nuevo presidente de Estados Unidos, un hombre mediático, conocido por el pueblo estadounidense; su historia de vida y conducta siempre fueron materia prima para todo tipo de guiones y noticias de prensa y televisión.

Con el señor Trump los hombres de negocios, la empresa privada -su visión, ideales y criterios- llegan sin máscaras a “gerenciar”, gestionar el Gobierno y los asuntos públicos.

Pero qué busca un hombre de negocio (un empresario): dinero, poder económico, prestigio, influencia; guiado por el sueño americano (el progreso material individual sin límites) cuyos atributos son: el individualismo, la propiedad, acumulación de riqueza y consumismo.

En el pensamiento del magnate (en Ecuador y Venezuela “pelucón”) subyace el desprecio al ser humano, al pueblo, a la naturaleza: prevalece la competencia y la ley del mas fuerte (destruye a su competidor), el pobre y el débil no tienen cabida en su ideal de éxito, la naturaleza es para explotarla no para conservarla.

Ese es el imaginario que representa un magnate en el Gobierno, en su mundo no hay espacio para justicia e igualdad, la solidaridad, la seguridad y protección social –todo tiene su precio- en su matemática no entra el derecho humano a: vivienda, salud, educación, protección a la pobreza, etc.

Ni en Estados Unidos ni en ningún país del mundo en el que gobierne un magnate (un “pelucón”), encontrarán programas sociales como la Misiones impulsadas por la Revolución Bolivariana.

Estos contrastes (lucha contrahegemónica) deben alimentar los contenidos en nuestros medios.

oliva2021@gmail.com

Está claro que estamos en una nueva avanzada del capitalismo neoliberal para apoderarse hasta del último resquicio de soberanía, independencia, libertad de pensamiento, entros muchos derechos que la humanidad había conquistado. Todo lo cual conducirá a la apropiación de los recursos naturales y cualquier tipo de riqueza que allí se concentre. El empresario capitalista se cree con el «Derecho Divino» de tomar por cualquier medio todo lo que se le antoja, incluso con el argumento que nuestros gobiernos y nuestros pueblos carecen de suficiente inteligencia y criterios para hacer un uso adecuado de tales recursos, aúnque lo que subyace en el fondo es un ansia de poder y control de las riquezas que ellos han despilfarrado, amenazado o efectivamente destruido, como es el caso del ambiente. Consideremos también que en sus propios territorios muchos minerales y el agua son bastante escazos, mientras que en nuestros países, algunos nunca han sido explotados aun cuando son abundantes.