Sus gérmenes se incubaron hace tiempo|Manuel Carrero: En el país hay claras señales de fascismo

Es usual ubicar el surgimiento del fascismo en la Europa de los años subsiguientes a la Primera Guerra Mundial, específicamente en Italia y Alemania. Sin embargo, como conducta política terrorista, emergió en la Roma antigua, advirtió el historiador y docente universitario Manuel Carrero: “Esas formas de gobierno totalitaristas, basadas en el terror, aparecieron en la Roma antigua y justamente fue por esos tiempos cuando, para frenar los ataques de oleadas de esclavos, de campesinos y siervos, los reyes se hacían acompañar por una suerte de soldados especiales que iban armados con un arma que constaba de un hacha a cuyo alrededor se le colocaban una serie de varas”.

Esa curiosa arma “era también un símbolo, porque esos reyes -y otros magistrados e incluso los Cónsules- tenían facultades para castigar con esas varas y hasta decapitar, para eso era el hacha”, acotó, y señaló que cuando Benito Mussolini, creó en 1919 los Fasci di Combattimento (haces de combate), “lo hizo en rememoración de aquellos antiguos “soldados” que, como dije, tenían facultades para sancionar, castigar, apalear, y hasta decapitar a quienes se atrevían a atentar de cualquier forma contra contra las tierras y propiedades particulares”.

Ese espíritu de linchamiento de tan rancia data, le da pie al investigador y docente universitario para afirmar que “sí hay señales concretas del fascismo en nuestra Venezuela de hoy: ahí tenemos en los medios televisivos una avanzada de fuerzas aparentemente invisibles. Esas señales las tenemos en los paramilitares, de donde sea que vengan, están en la intolerancia y la agresividad de gente que presume de su estatus de clase media contra otras gentes de clase media”.

Capitalismo en peligro

El presidente Nicolás Maduro denunció en su discurso de juramentación ante la Asamblea Nacional que en el país “se ha incubado una ideología peligrosa, muy peligrosa”, y que “hay un núcleo con ideología excluyente, intolerante, fascista que se disfraza, pero que tiene intenciones sumamente perversas contra nuestro pueblo y contra los pueblos del continente”. Se le consultó al profesor Carrero cuáles serían los rasgos de esa temible ideología.

“Los rasgos de esa ideología son los característicos de una ‘sociedad capitalista en peligro’. Cuando las clases ricas ven en riesgo sus posiciones, el monopolio del poder, sus exclusivos privilegios, cuando ven el ascenso social de las clases pobres, que se derogan leyes con las que pueden controlar los derechos obrero-sindicales y limitar el derecho a ejercer funciones públicas desde las instituciones democráticas; reaccionan a la usanza de Mussolini, con la vara y el hacha”, respondió.

Aseveró que “eso es precisamente lo que hemos visto en Venezuela durante los años de la Revolución Bolivariana. Hasta 1998 poquísima gente creía que en el país se hubiesen incubado gérmenes del fascismo, pero ahí estaban sin que ‘nadie’ lo supiera; se supo cuando esas clases beneficiarias de la riqueza del petróleo, de la tierra, de lo grandes negocios, vieron en riego su control hegemónico, cuando la prédica de Chávez despertó el nivel de conciencia de la gente común”.

Ideología a la brava

Manuel Carrero sostiene que “la ideología de ‘nuestros’ fascistas no creo que sea muy clara. Más bien se expresa en ejecutorias y actitudes empíricas”, lo cual no implica que no responda a una clara racionalidad, con objetivos precisos: “Fíjese cómo han atacado selectivamente a los CDI, a los beneficiarios de viviendas, las casas del PSUV, a quienes tengan alguna identificación con el chavismo, y, definitivamente, contra instalaciones que se relacionen con el servicio a las clases necesitadas. Van contra la gente que tiene razones concretas para apoyar la Revolución”.

Retomó el argumento de que ya los “gérmenes del fascismo” estaban “incubados” en el cuerpo social del país, y señaló que “desmanes como esos ya se vieron en los cierres obligados de establecimientos en 1902 y en 1903. Las patotas motorizadas de la clase pudiente atacaron destructivamente cafés, restaurantes y otros negocios que no se plegaban a las medidas de paro o huelga”.

“En todo caso creo que no hay que olvidar que los ‘jefes’ visibles de la oposición, o mejor de lo que podemos llamar ‘fascismo venezolano de hoy’, fueron iniciados en Tradición, Familia y Propiedad, en los Legionarios de Cristo, en el Opus Dei”, remató.

Carrero señaló que esas sectas con las cuales vincula a figuras de la dirigencia de la derecha venezolana, beben de la Tesis Naturalista del Universo y del Hombre, “que es un instrumento doctrinal y religioso un tanto oculto, según el cual no existe la posibilidad de la igualdad social porque es un mandato de la naturaleza”.

Según explicó, la simple observación de la naturaleza serviría de argumento para constatar que la desigualdad social tiene su correlato y su justificación en la propia obra divina. “El razonamiento apela a eso: Mira para allá y dime qué ves, bueno veo un cerro, y allá, una colina, y aquí, una planada, y allá abajo, un valle. Ajá y esto qué es, bueno un árbol grande, y estos, esos son árboles pequeños, ¿y esas montañas cómo son?, son grandísimas, ¿y estas?, bueno esas son pequeñas. Y de esa experiencia infieren que la sociedad debe ser, consecuentemente, desigual”

Nació para defender a los capitalistas

Manuel Carrero enfatizó que el fascismo nació como un movimiento violento y anticomunista, que se erigía en protector de la propiedad y la seguridad de la burguesía. En efecto, Benito Mussolini creó los Fasci di Combattimento (Haces de Combate) como “fuerzas de choque para frenar a los hambreados, para poner límite a la amenaza que significaban para la clase burguesa “la pobrecía”, los necesitados”.

“La Primera Guerra Mundial, que fue una guerra imperialista, destrozó la economía europea a tales niveles que algunas potencias medias quedaron con el aparato productivo completamente destruido. En ese contexto “el Estado italiano inventó elevados impuestos que salían de los bolsillos de toda la sociedad, principalmente de los pequeños propietarios y de la gente común. Aparecieron entonces la inflación, la contracción económica, cierre de talleres, pequeñas empresas y fábricas, y la devaluación de la moneda”.

“En la parte norte de Italia los obreros tomaron fábricas para proteger sus empleos y garantizarse sus salarios, en un momento en que la debilidad del Gobierno no lo podía impedir. Además, oleadas de gente del campo fueron llegando a las ciudades buscando cómo sobrevivir, mientras que las corrientes políticas de izquierda, socialistas o comunistas, comenzaron a ganar terreno rápidamente y con gran vigor; lo que aumentaba los temores de los capitalistas”.

Fue en ese escenario en el que surgió la figura Mussolini, que organizó a los fascistas, “para frenar aquellas rebeliones de las gentes hambreadas en las ciudades, de los campesinos repartiéndose las tierras, de los obreros tomando fábricas, y sobre todo, para aniquilar a la militancia comunista y socialista”.

Lo que ocurrió en la Alemania de Hitler y en la España de Franco en ese tiempo, “fue muy parecido”, comentó Carrero: “Alemania, al terminar la guerra, también quedó en situación material de ruina, a la que se sumaban los humillantes Tratados de Versalles y Saint Germain que la obligaba a pagar el costo de la recuperación de las potencias triunfadoras”.

“El jefe del fascismo, que allí se llamó nazismo, aplicó las prácticas de Mussolini. Pero además, se propuso la reunión de todos los alemanes, recuperar las colonias que perdió durante la guerra y recomponer su derecho a tener ejército. Y estableció el racismo como política de Estado”.

T/ Carlos Ortiz
F/ Archivo