Esta semana el mundo fue “bombardeado” con la noticia de una supuesta masacre ejecutada por el Ejército sirio en las afueras de Damasco -con la utilización de armas químicas que habrían dejado más de 1.300 muertos- hecho que fue negado de inmediato por el gobierno de Bashar al Assad.
Curiosamente, esto ocurre cuando una comisión de la ONU llega a territorio sirio, con la anuencia del Gobierno, para investigar el uso de armas químicas en la confrontación bélica que se da en ese país.
Llama profundamente la atención que las imágenes difundidas por la televisión se atribuyen a ONG y páginas web con el argumento de que no ha sido posible verificar su origen, y que ninguna agencia informativa da fe de su veracidad.
De igual manera, sorprende el hecho de que la presunta masacre ocurra justo cuanto hay una misión internacional que investiga la utilización de este tipo de armas.
Tendría que ser tonto de capirote el Gobierno sirio para cometer este crimen a sabiendas de que es investigado, más aun cuando el propio Presidente ha negado permanentemente el uso de químicos en su combate con los grupos armados que tratan de derrocarlo.
Por ello es que la supuesta masacre tiene un fuerte olor a montaje, como el que fue escenificado en Qatar y difundido como si hubiera ocurrido en territorio libio para crear la matriz de opinión de que el gobierno de Muammar Gaddafi estaba derrotado y, de esa manera, precipitar la intervención de la OTAN en el conflicto.
Ahora, el esquema se nos torna muy similar: pareciera ser que se busca fabricar unas pruebas sobre el uso de armas químicas contra la población, para justificar una intervención militar de la OTAN y/o sus aliados, entre ellos Francia, que ya amenazó con atacar a Siria “si se confirma el ataque químico”.
En este contexto, también se observa una especie de desesperación por parte de los países de la Europa occidental y Estados Unidos por acabar con Bashar al Assad, quien ha resultado un hueso muy duro de roer, pues según informes de la propia OTAN, el hombre cuenta con 70% de apoyo entre la población, y sus enemigos apenas tienen 10% de adhesiones, mientras el otro 20% se mantiene neutral.
A esto se agrega el propósito del gobierno de Barack Obama de eliminar la influencia de Rusia y China en el Medio Oriente y toda la región que conforma el Asía Pacífico, para lo cual, según el general Martin Dempsey, planea realizar ataques a distancia contra Siria. A confesión de partes, relevo de pruebas.