La Mesa de la Unidad Democrática cojea de las cuatro patas. El proceso de diálogo que se ha iniciado entre el Gobierno nacional y algunos representantes de los muchos partidos de la oposición, ha puesto en evidencia que la supuesta alianza está pegada con saliva de loro o, para decirlo de otra manera, estas conversaciones han dejado al descubierto sus frágiles costuras.
Una vez iniciado el acercamiento entre las partes en pugna, los sectores extremos de la oposición han democratizado los insultos. Ya no solamente apuntan sus maldiciones, burlas y demás expresiones de odio hacia los funcionarios públicos e integrantes del universo chavista. Su rabia cruza las fronteras físicas e ideológica y se dirige también en contra de sus, hasta hace pocas semanas, muy queridos dirigentes.
Y como ahora se hace política pensando en el que se dirá en las redes sociales, pues algunos de estos políticos temerosos e inseguros del respaldo de su audiencia, terminan contradiciendo sus acciones, o, por ejemplo, hasta desdiciéndose de afirmaciones hechas el día anterior.
Tal fenómeno surge no solamente entre los distintos partidos opositores. Eso sería natural pues se supone que habría razones ideológicas que en algunos casos pudiesen aflorar entre la derecha y la extrema derecha. Pero el mismo también se ha manifestado entre la dirigencia de una misma organización política.
Los de camisa amarilla sirven de muestra: en las mesas de diálogo tienen a uno de sus dirigentes nacionales, personaje que hasta la fecha ha mostrado un tono moderado en su discurso.
Paralelamente, el gobernador de Miranda retoma un lenguaje incendiario muy parecido al que se utilizó en el contexto de la fallida estrategia de La Salida, acción que en 2014 afectó nuestra sociedad y que al menos generó más de 43 muertes y 800 heridos, tragedia frente a la cual ningún partido de la oposición ha mostrado su arrepentimiento.
En fin, la MUD cojea de sus cuatro patas y ese vaiven desconcierta y frustra a sus seguidores. Esperemos que la dirigencia opositora que respalda el proceso de diálogo se mantenga firme en su intención de contribuir con la estabilidad política del país y resista los embates de quienes ambicionan llegar al poder de cualquier manera, así sea impulsados por un huracán de muerte y destrucción.