Por Armando Carías|Mis escuálidos de culto (Opinión)

Toda persona que se respete debe tener un grupo musical, una película, un programa de televisión, un libro, una comida o, por lo menos, un escuálido de culto.

Se trata del seguimiento incondicional de un director, una serie, un escritor, una delicia gastronómica o, como es mi caso, de un obsesivo opositor cuyas acciones monitoreamos con enfermizo fanatismo.

En mi patológico caso, digno de ser estudiado por algún especialista en trastornos de conducta, mis escuálidos de culto son tres periodistas a quienes sigo adonde quiera van, leo donde publican y sintonizo en la televisora o radio en donde se presenten.

La primera de ellas es Marta Colomina. Confieso que conservo todos los videos de su programa en Televen, las grabaciones de sus arengas en Unión Radio, los amarillentos recortes de su columna en El Universal y, de data más reciente, sus escritos dominicales en El Nacional. De vez en cuando convoco a mis amigos más cercanos y pasamos deliciosas veladas, contemplando aquellas imágenes y releyendo aquellos escritos repletos de veneno mediático.

La segunda es Gloria Cuenca, cuyo currículum académico y pasado ñángara le permiten darse el lujo de renegar de todo lo que nos decía cuando nos daba clases en la Escuela de Comunicación Social. ¡Cómo disfruto cuando desempolvo mis viejos apuntes de Ética!, la materia que nos dictaba.

Finalmente, aunque no sé si es periodista, mi tercer escuálido de culto es Luis Vicente León, el señor de la voz flaquita y las encuesta gordas. ¡Qué grato evocar las cifras que ha venido dando durante los últimos 15 años en las, según Datanálisis, el chavismo no tenía vida en las elecciones!

¿Cómo dijo?… ¿masoquista yo?

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