Celebró la declaratoria del género musical como Bien de Interés Cultural de la Nación|Montoya: Los movimientos del baile del joropo son el reflejo de las faenas del campo

Los giros, las figuras, el valseo, el escobilleo y el zapateo al ritmo de los instrumentos musicales son algunas de las características que identifican el baile del joropo, el ritmo venezolano que fue declarado el pasado 15 de marzo como Bien de Interés Cultural de la Nación.

El baile del joropo llanero es en pareja e improvisado y se caracteriza por el galanteo o el enamoramiento del hombre desde que invita a la mujer a bailar, hasta que finaliza la pieza.

Así lo explicó al Correo del Orinoco, el cultor del baile del joropo llanero Juan Montoya, quien manifestó que “la mujer es factor fundamental o inspiración del hombre a la hora de bailar este ritmo” y señaló que hablar de este género musical es hacer referencia “a la fiesta, al encuentro de las familias de todas las regiones del país”.

Montoya es del estado Apure y se ha dedicado a interpretar este baile desde que era un niño, gracias a su madre María de la Cruz Ojeda quien lo llevaba a los bailes que organizaban las bailadoras y los bailadores en su Apure Natal. “Luego salí de mi pueblo a proyectar, a dar a conocer el joropo llanero y posteriormente a investigar sus variantes para difundirlo en su diversidad”, comentó.

Montoya explicó que los movimientos de la danza del joropo remiten a la faena del campo, tanto en el llano como en la región central y la andina.

“Es el reflejo del trabajo del campo, la cercanía con la naturaleza, con la flora, con la fauna y de allí surgen los nombres de muchas figuras y adornos del joropo” refirió.

En ese sentido, el cultor detalló que una de las figuras del baile llanero lleva por nombre “zambullida del güire”, en la que el hombre toma las manos de su pareja, ambos extienden los brazos hacia los lados y el bailador, pasa por debajo de los brazos de la mujer para representar la “zambullida”.

“El hombre ejecuta el movimiento que hace el güire en su hábitat natural”, apunto Montoya, quien señaló que hay otras figuras que también hacen referencia a este paisaje natural y a la fauna como “la vuelta de la danta” y “el movimiento de la soga”.

“Todo esto engalana y da esencia al joropo que se interpreta”, señaló el cultor.

Montoya destacó el galanteo y el enamoramiento del joropo, también están relacionados con el paisaje llanero, pues es el reflejo del cortejo de las aves masculinas hacia las femeninas.

Asimismo, detalló que en ese cortejo de la pareja es el que se hace presente en el zapateo y el escobilleo del baile.

“La aplicación de la fuerza en el baile es cuando el hombre zapatea al ritmo de la música: no es un zapateo a lo loco, sino al ritmo que dictan los instrumentos mayores que son el arpa llanera y la bandola llanera que son los que dictan la pauta cuando el bailador ejecuta la danza. La mujer responde a ese zapateo con la elegancia del escobilleo que consiste en deslizar un pie tras otro al ritmo de la música”, explicó Montoya.

DE TODAS Y TODOS

Juan Montoya, quien es especialista del Centro Nacional de Danza, recordó que el joropo venezolano en su diversidad es la música, la danza y el canto que identifica a todas las venezolanas y a todos los venezolanos.

“No se trata únicamente de una expresión de los llanos, porque muchas personas lo vinculan a esta región del país, pero la realidad es que en toda la geografía nacional se baila el joropo con sus distintas variedades: oriental, central, andino y golpe larense”, destacó.

El investigador explicó que este es un género mestizo, pues tiene influencia de bailes europeos como el fandango y a su vez la mezcla con los países árabes, la parte africana y la esencia indígena: “de ese mestizaje nace el joropo, que es un género mestizo, porque lo encontramos en nuestras raíces y así se mantiene: en el sentir de todas las venezolanas y los venezolanos”.

CELABRACIÓN

El bailador señaló que con la reciente declaratoria del joropo como Bien de Interés Cultural de la Nación las cultoras y los cultores que como él, han dedicado su vida a mantener vivo este género musical generación tras generación, sienten reivindicado el trabajo que han realizado durante años.

Por tal motivo, agradeció a las autoridades venezolanas el reconocimiento de esta expresión cultural como patrimonio de la nación, así como el hecho de que se dedique un año completo para celebrar al joropo venezolano en su diversidad.

“Es una acción muy importante porque valora el trabajo de una expresión que para nosotros (las cultoras y los cultores) siempre ha sido principal. Nos hubiese gustado que se hiciera antes, pero lo importante es que llegó el momento de reconocerlo y de celebrar nuestras expresiones culturales”, señaló.

Asimismo, manifestó que es importante que a raíz de esta declaratoria todo el pueblo conozca en detalle la tradición del joropo, en especial las nuevas generaciones para lograr que se preserve la tradición en el tiempo.

“Vamos a ir a las escuelas, a las comunidades a los municipios y nos vamos a enlazar con la Misión Cultura Corazón Adentro para que este trabajo de difusión llegue masivamente a todas las regiones del país”, afirmó Montoya.

PARA EL MUNDO

El cultor señaló que con la declaratoria ya se tiene el reconocimiento del país al joropo como Patrimonio Inmaterial. Sin embargo, señaló que la idea en este año de celebración es impulsar el reconocimiento en el exterior y trabajar, junto a las autoridades venezolanas en la preparación del expediente para que el canto, la música y el baile del joropo de todo el país sea reconocido en la Unesco como patrimonio mundial.

GRACIAS AL COMANDANTE

El bailador Juan Montoya refirió que la declaratoria del joropo como Bien de Interés Cultural de la Nación fue posible, gracias “al primer productor y el mejor mánager que ha tenido el joropo: el comandante Hugo Chávez”. Destacó el impulso que el líder de la Revolución Bolivariana dio a este ritmo.

“Eso llevó a realzar y mostrar más el trabajo que venimos haciendo los cultores y las cultoras desde el llano hacia el centro”, comentó el creador.

Texto/Sharlaine Chona
Foto/Girman Bracamonte
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