Se instaló el II Congreso de Derecho Agrario|Morales: Constitución venezolana garantiza preservación de la naturaleza

Luisa Estella Morales, presidenta del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), señaló que en Venezuela la tierra no es percibida solo como un factor de producción, sino como un elemento de justicia.

La declaración la hizo durante el II Congreso de Derecho Agrario, donde se refirió a la nueva concepción de la Constitución Nacional que establece la preservación de la naturaleza para el disfrute de las nuevas generaciones: “Recordemos la insistencia de nuestro constituyente cuando se establece la demarcación indígena, que no escapa al derecho agrario, pero donde no existe el concepto de propiedad y el concepto de almacenamiento de alimentos”.

Refirió que al redactarse la Carta Magna en 1999, se desarrolló el tema de la conservación “no solamente en los bosques para mantenerlos como una reliquia que nadie toca, sino que pensamos en el ser humano, en este caso en nuestra población indígena, que es la mejor garantía de que en Venezuela la responsabilidad ambiental se cumple por los mismos venezolanos originarios, por las etnias indígenas”.

Durante su exposición leyó el artículo 127 de la Constitución, el cual señala que es un derecho y un deber de cada generación proteger y mantener el ambiente en beneficio de sí misma y del mundo futuro.

Morales hizo énfasis en el contenido de este artículo que establece que toda persona tiene derecho individual y colectivamente a disfrutar de una vida y de un ambiente seguro, sano y ecológicamente equilibrado: “El Estado protegerá el ambiente, la diversidad biológica, los recursos genéticos, los procesos ecológicos, los parques nacionales y monumentos naturales y demás áreas de especial importancia ecológica. El genoma de los seres vivos no podrá ser patentado. Es una obligación fundamental del Estado, con la activa participación de la sociedad, garantizar que la población se desenvuelva en un ambiente libre de contaminación, en donde el aire, el agua, los suelos, las costas, el clima, la capa de ozono, las especies vivas, sean especialmente protegidos”.

Comentó que las leyes venezolanas no toman en cuenta solo a nuestro país o a la situación ambiental de Suramérica: “Pensamos en el mundo futuro porque mientras en otras latitudes se habla de que ya se agotó el agua potable, nosotros no podemos entender que aquí se hable de agotamiento porque las corrientes de agua potable están intactas. No podemos pensar en Venezuela en una agricultura de producción de alimentos inconstitucional; tenemos que ajustarnos a estos principios éticos fundamentales que han marcado el derecho agrario moderno”.

Subrayó que en nuestra normativa el gran actor es el ser humano, y que el campesino es percibido “como una persona enterada, responsable y educada para la protección ambiental, para la protección de los genomas. Sin embargo, la sistematización ha sido necesaria en virtud de que no podemos condenar nuestra agicultura a las formas más rudimentarias, pero pasa por el tamiz de la consideración ambiental como elemento fundamental”.

La presidenta del Máximo Tribunal comentó que, siguiendo el principio del acceso a la justicia, el TSJ “asumió la responsabilidad de crear una competencia especializada con jueces agrarios especializados que están desarrollando las normativas del derecho agrario, a través de cada uno de sus tribunales, con una amplia jurisprudencia y que por supuesto ha sido respaldada por las decisiones, no solo de la Sala Constitucional, sino de la Sala Plena. Hemos adquirido el compromiso de llevar adelante la agricultura de producción de alimentos y su distribución con un concepto justo y equitativo”.

Según Morales, no basta con producir alimentos para garantizar la seguridad alimentaria, sino que es necesario el compromiso político del Gobierno Nacional “de hacer llegar a todos los venezolanos alimentos suficientes para suplir sus necesidades”.

A su juicio, “Venezuela no escapa a ese gran peligro o amenaza de la globalización desmedida que ha llevado a la necesidad de compartir alimentos con otros pueblos y la solución humana de la tranformación de los genomas, a través de manipulación genética, buscando mayor productividad.

Es cierto que el ser humano desde sus inicios ha transformado el entorno, pero el reto que hoy se presenta ya no es solo por el exceso de mecanización y de uso de agroquímicos, sino que también está el problema del acaparamiento y manejo de las semillas, y del derecho humano de que los alimentos que se consumen sean inocuos”.

En su discurso hizo mención a la llegada de los españoles a nuestro continente que favoreció el mestizaje de plantas y animales que cambiaron el equilibrio biológico: “Es difícil señalar cuáles son nuestros genomas autóctonos. El tema de globalización no es tema de ahora, viene de 500 años atrás. El Nuevo Mundo no solo aportaría el mestizaje humano y el intercambio de plantas, animales y alimentos”. También aportó fuentes de agua, petróleo y minerales.

SOBERANÍA Y CAMBIO CLIMÁTICO

Luisa Estella Morales subrayó que la principal amenaza mundial la constituye la distribución de alimentos, que está en manos de las grandes trasnacionales: “Es allí donde se desdibuja lo que debe ser la seguridad alimentaria y la soberanía alimentaria”.

En este sentido, dijo que los países deben “fortalecer su soberanía, desde el punto de vista de los alimentos como fuente de energía fundamental”.

Refirió que el cambio climático, que se traduce en una naturaleza desbordada e iracunda, es consecuencia “de un tremendo desequilibrio relacionado con un elemento político en cuanto a los modos de producción, a los modos de organizar y distribuir de manera equitativa los alimentos, el trato de las aguas y el mantenimiento de los bosques. El calentamiento global no es casual”.

T/ Janet Queffelec Padrón
F/ Miguel Romero