El Gobierno de Pakistán informó que la niña Malala Yusufzai, quien hace seis días fue víctima de un atentado reivindicado por los talibanes, se encuentra fuera de peligro, aunque fue trasladada al Reino Unido para continuar su tratamiento y el proceso de recuperación.
Los Servicios de Relaciones Públicas del Ejército informaron que aunque su estado de salud ha mejorado en las últimas horas y se aprecian «progresos regulares y satisfactorios”, Malala “aún requiere de cuidados prolongados, tanto físicos como psicológicos”.
La decisión de la junta médica fue consultada con la familia de la niña y todos los gastos que implique su tratamiento serán sufragados por el Gobierno paquistaní.
El traslado se realizó gracias al apoyo de los Emiratos Árabes Unidos (EAU), país que facilitó un avión medico para su traslado hasta Londres.
La joven de 14 años ganó el Premio Nacional de la Paz en 2011 por defender la escolarización de las niñas, frente a los postulados de los integristas radicales. El pasado martes 9 de octubre fue baleada cuando salía de su escuela en el valle de Swat, al noroeste del país.
En primera instancia, los médicos declararon que “milagrosamente salió con vida”, e inmediatamente fue sometida a una complicada operación para extraerle uno de los proyectiles que le atravesó la cabeza y se alojó en su hombro.
El Ejército detalló que sus signos vitales están dentro de los parámetros normales y ya fue posible retirarle, al menos temporalmente, el respirador artificial al que estaba conectada.
La responsabilidad del atentado se la atribuyó el grupo talibán Tehrik-e-Taliban Pakistan (TTP), argumentando que matarla era «una obligación bajo la sharia» (ley islámica), dado que la escolar había “abrazado los ideales occidentales y el secularismo”.
En contraposición, muchos clérigos musulmanes sentenciaron que esa interpretación del Islam es repugnante. «El Islam no prohíbe que las mujeres reciban educación. Los atacantes han transgredido los principios islámicos», añadieron.
Este intento de asesinato desató una ola de indignación en todo el país y la condena de la comunidad internacional. El viernes pasado, durante el tradicional día de oraciones de los musulmanes, la nación en pleno rezó por la salud de la niña.
«Al menos por una vez, y por fin, los pakistaníes parecen haber tomado conciencia de las consecuencias del extremismo al que se le ha permitido echar raíces en nuestro país», señaló el diario Dawn en su editorial.