Hace 39 años fue asesinado en Caracas por la Disip|La obra de Jorge Rodríguez inspira las luchas por el socialismo en la Venezuela del siglo XXI

El 25 de julio de 1976 Jorge Rodríguez fue asesinado brutalmente por agentes de la Disip. A sus 34 años de edad, el secretario general de la Liga Socialista se perfilaba como un líder con gran potencial para encabezar el reagrupamiento de las fuerzas populares y antiimperialistas del país.

SU PENSAMIENTO

En un momento en que la izquierda venezolana y latinoamericana en general –luego de las derrotas sufridas en el continente por la lucha armada– había extraviado su curso, resultaba imprescindible un nuevo marco teórico, por cuanto la justeza de la lucha revolucionaria y el diseño de un modelo alterno al capitalismo neocolonial no se prestaba a duda. Había que presentar propuestas para la reconducción de las fuerzas populares y la sabia combinación táctica de los instrumentos que posibilitasen la recuperación política.

En ese contexto, al igual que pocos años antes lo hiciera Fabricio Ojeda con “La guerra del pueblo”, Jorge Rodríguez se dedicó a estudiar el modelo impuesto al país y las opciones para superar la crisis de la izquierda en desbandada.

Buscaba una opción que no incurriera en reformismo o en virajes inmediatistas, sino que fomentara la elevación de los niveles de conciencia crítica y de organización popular antiimperialista.

Jorge elaboraba un pensamiento para la acción y lo difundía a través de medios alternativos, como Rocinante y Basirruque; en intervenciones en locales de la UCV, sindicatos o en barriadas.

Así, expone el también dirigente revolucionario David Nieves: “Hacia fines de 1973… Jorge impulsó la fundación de la Liga Socialista (…). Tres años después Jorge había convertido a la Liga en una organización política de proyección nacional con participación en sindicatos, centros estudiantiles, comités de movilización campesina, comités de barrio, círculos de profesionales e intelectuales.

En forma acelerada creció la Liga Socialista. Sostenemos que ese fue el principal motivo por el cual el Gobierno burgués decidió asesinar a Jorge Rodríguez” (David Nieves, prólogo al libro El Pensamiento de Jorge Rodríguez; Imprenta Municipal; Caracas, 2013).

LA VOZ DE LEPAGE

El titular de Relaciones Interiores de la época, Octavio Lepage, quien había sido víctima del secuestro político por parte del régimen de Marcos Pérez Jiménez, y que mantuvo entonces un comportamiento decoroso, con el asesinato del líder de la Liga Socialista desdijo de su antigua trayectoria como dirigente de la Resistencia. En libro-testimonio, el exministro arroja toda la responsabilidad al entonces director de la Disip, un maturinés de apellido Rivas “con quien desde entonces no tengo relación, cortamos la amistad”: La conjura final, Octavio Lepage: 60 años de lucha política (Entrevista de Javier Conde), Editorial Alfa, Caracas, 2012. Modo muy versallesco de evadir los cargos de conciencia ante un atroz homicidio por parte de quien, junto al Presidente de la República, eran los principales responsables de las políticas de seguridad interior y de DDHH en los calabozos de la Disip.

DE HABER SOBREVIVIDO

De haber sobrevivido Jorge Rodríguez al menos por 10 años, no cabe duda de que habría contribuido decisivamente a los avances del proceso de estructuración de un amplio y poderoso movimiento popular antiimperialista con el conjunto de fuerzas de izquierda no refomistas y factores alternos al interior de estas últimas. La izquierda radical de aquel tiempo tenía sólidos núcleos en distintas regiones del país. Asimismo, cabe suponer que seguramente la continuidad de Jorge Rodríguez al frente de aquella primera Liga Socialista de los años 70, hubiese promovido –con el talento político que le caracterizaba–, los ciclos de conexión de las fuerzas radicales de la calle, con quienes dentro de los

cuarteles empezaban aquellos mismos años a preparar la insurgencia patriótica uniformada que luego se esbozaría en la corriente de “los bolivarianos” o comacates.

Ese es el significado que se desprende de la irreparable desaparición de un líder visionario quien, como pocos, además de valor personal, constancia para el trabajo organizativo y comprensión respecto a las dinámicas internas de grupos que mantenían el fusil como instrumento único para la toma del poder político, no soslayó la actividad abierta en el seno del pueblo, sindicatos, campesinado, liceos y universidades y frentes culturales o el de la mujer.

Del mismo modo que Fabricio Ojeda se adelantó a quienes le acompañaron en los campamentos guerrilleros de los años 60 insistiendo en el carácter antiimperialista y de liberación nacional que debía impulsar el combate por el socialismo, así, Jorge Rodríguez asumió el carácter de masas del socialismo.

T/ Néstor Rivero
F/ Archivo CO