Columna Pasado, presente y futuro|Obsesionados por la guerra (Opinión)

Según, hace más de 2.500 años en un texto hoy conocido como El arte de la guerra, Sun Tzu escribió: “…La guerra es de asunto de importancia vital para el Estado, es provincia de la vida y de la muerte, el camino que lleva a la supervivencia o a la destrucción…”.

Partiendo de esta premisa, podemos decir que sin lugar a dudas un Estado debe ser buen conocedor del arte de la guerra, ya que en ella reside la seguridad, defensa y soberanía de su pueblo.

No obstante, algunos Estados, por ejemplo, el israelí, el estadounidense, el británico, el alemán y el francés, aplican sobre los pueblos más débiles la muerte y la destrucción para garantizar la “supervivencia”, pero no de su pueblo, sino de su sistema capitalista.

Pueblos enteros han sido borrados del mapa producto de la ferocidad imperialista. Recordemos lo ocurrido a la localidad checa de Lídice (1942) por las fuerzas invasoras del ejército nazi. Hoy parcialmente lo sufre Gaza, en Palestina.

En el mismo contexto de la Gran Guerra muchas ciudades europeas quedaron devastadas, pero a conveniencia del sistema capitalista, llegó el Plan Marshall para “reconstruirlas”, cuyos gastos fueron pagados por los pueblos de esas regiones.

En definitiva, su loca obsesión por la guerra se ha convertido en un negocio muy lucrativo para la rapiña occidental. La venta de armas les genera grandes dividendos. Invertir en la guerra para saquearles los recursos a los pueblos ha alcanzado un estándar corporativo. Mientras más se agudice la crisis mundial del capitalismo, más voraz será la política guerrerista de estos Estados.

El imperialismo usa a su aliado estratégico el “terrorismo” para crear escenarios bélicos en los países que se encuentran bajo la mirada asesina de estas potencias, con lo cual condicionan una intervención militar a través de sus fuerzas destructoras de la OTAN. Por su parte, la prensa burguesa mundial hace lo suyo para justificar.

Bajo este escenario sigue amenazada la hermana república de Siria y los mismos tentáculos intentan sitiar, producto de la crisis ucraniana, a Rusia.

Muchísimo dinero se consumen estas guerras forajidas. Bueno sería que parte del mismo se destinara para combatir los verdaderos enemigos de la humanidad: el SIDA, el cáncer, el ébola, entre otros. Pero no, es muy utópico nuestro planteamiento, su irreversible interés reposa en tratar de salvar su moribundo sistema capitalista a través de su loca obsesión por la guerra.

Pero algún día sus crímenes pagarán.

T/ Héctor Abache
hectorabache@gmail.com

Conmovedor pero no por ello menos realista. Agudo análisis, de alcance pedagógico para cualquier lector. Síntesis muy bien elaborada, de un largo proceso histórico de sometimiento y oprobio para los países que hemos sido sus victimas.