Por Tulio Monsalve|El Papa en Bolivia (Opinión)

No es la primera vez que un Papa habla de derechos de los desheredados de la tierra. Notable tributo hizo Juan XXIII en su Encíclica Mater et Magistra de 1961. Dijo: “la actividad económica, se afirma, en el exclusivo provecho individual. La única ley suprema reguladora de las relaciones económicas entre los hombres es la libre e ilimitada competencia”. Es decir, la barbarie

El papa Francisco vivifica con su discurso el compromiso con los movimientos populares reunidos en Santa Cruz, Bolivia, el pasado jueves 9. Obliga a los ministros de su Iglesia, cuando rubrica: “…la Biblia nos recuerda que Dios escucha el clamor de su pueblo y quisiera yo también volver a unir mi voz a la de ustedes”.

Cita “…las famosas tres T: “tierra, techo y trabajo para todos nuestros hermanas y hermanos”. Y, agrega, “…lo dije y lo repito: son derechos sagrados. Que el clamor de los excluidos se escuche en América Latina y en toda la Tierra”.

El Papa clama para ver si de una vez por todas es escuchado por los obispos de nuestros países; ellos, parece, tienen oído y sensibilidad sorda ante su predica.

Exige que se acerquen a los movimientos populares y se comprometan con los sin tierra, sin techo, y sin derechos; de millones de seres heridos en su dignidad. Entenderán los obispos que este sistema ya no se aguanta. No lo aguantan los campesinos, los trabajadores, las comunidades, los pueblos. Mientras ellos se aíslan, bien comidos, pulcros y elegantes, aunque ásperos.

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