Un miembro de la Junta Directiva de Pdvsa de la enterrada IV República escribe las maravillas de entonces. Era, dice el analista, una producción de casi cuatro millones de b/d (jamás se dijo eso), la refinación en tres millones, la producción petróleo-química era rompe-récords en cada semestre y sobrepasaba los cuatro millones de toneladas anuales; del carbón, ni se diga, hacia los seis millones de toneladas y cerca de cinco millones de toneladas de Orimulsión.
Se habían suscrito cuatro grandes asociaciones estratégicas para mejorar el crudo de la Faja del Orinoco que convertía el crudo en sintético, de alto valor en los mercados internacionales. Todo una maravilla.
Lo que no dice es que no existía aporte social al país de la producción que admite, así como también certifica, deja mal parada a las juntas de la época, que permitían que se llevaran el crudo de la Faja como simple carbón, a dólar el barril, todo en complicidad empresa/AD/Copei.
También la demanda mundial crecía y la OPEP se sostenía unida en precios y cuotas de producción, difícil hoy en día, en especial ante los graves conflictos en el Medio Oriente y los cambios de gobiernos que se han sucedido, muchos por intervenciones extranjeras. Mientras se ha puesto en marcha un nuevo sistema de producción, el llamado fracking, destrozando naturaleza y protestado en Alaska Antártica, con lo cual países desarrollados, grandes importadores, han podido ingresar a la nomina de productores, a la par con otros exportadores, Arabia Saudita por ejemplo, países del norte europeo, México y el propio nuestro.
Si se mantuviese ese nivel anunciado, ¿no cree usuario que se tendría la capacidad de almacenaje llena y se estaría comiendo crudo, en vez de la conocida arepa rellena de queso?
Ahora bien, tampoco es para no admitir, que se siente que las nuevas atribuciones entregadas a Pdvsa, su atención al mejoramiento de la desigualdad social, mediante la creación de Misiones, hoy con la disposición de la oposición feroz de mejorarlas y jamas desecharlas, palabreo politiquero, ha causado el parcial descuido gerencial en muchas áreas de la propia empresa.
El ejemplo de instalaciones muy abandonadas en Paraguaná es evidente, ademas de muchas otras a lo ancho del país, especialmente en el oriente. Debe concluirse igualmente, razonable pensarlo, muchos ejecutivos, gerentes y trabajadores no son afectos al proceso bolivariano, llegando inclusive a cerrar la empresa, disfrutándolo, sin interesarles su profesionalidad, ante el sentimiento anti-gobierno. ¿O alguien pudiera desmentir esta aseveración?
Quizás no es fácil el camino por andar. Se requiere de estímulo y mucha gerencia. ¡Dios, bendice nuestra bella Venezuela!